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la caja negra

Carlos / Navarro / Antolín

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LOS presupuestos cantan. Zoido acude al rescate de la Gerencia de Urbanismo en sus últimas cuentas del mandato. En las famélicas arcas del organismo autónomo entrarán 54,2 millones de euros, lo que supone un aumento de 15,4 millones más respecto al año que expira. Si se comparan estos números con la deuda que arrastra el Ayuntamiento desde hace lustros con la propia Gerencia, reconocida por el alcalde en una reciente reunión con los enlaces sindicales y cifrada en 290 millones de euros, no es que las cuentas de 2015 vayan a sacar de los números rojos a la que siempre fue la delegación más deseada por todos los partidos políticos, pero sí es un hecho objetivo dónde se hace el principal esfuerzo en cuestión de transferencias.

Conste en acta, por ejemplo, el ridículo capítulo de inversiones de Emvisesa, reducido a 15.000 euros en 2015, una verdadera miseria. A Emvisesa se la desconecta poco a poco del respirador artificial de las transferencias mientras a la Gerencia se le mantiene la mascarilla en un contexto de elecciones y cuando está pendiente de aprobación el nuevo convenio colectivo que afecta a 500 trabajadores. Maximiliano Vílchez, delegado de Urbanismo, no tiene dinero para poner toldos en la Avenida de la Constitución cuando aún se están recogiendo los vidrios rotos de la gran borrachera de aquellos años de convenios urbanísticos que reportaban dinero a espuertas, de constructores enganchando en la Feria y del carbónico francés volando en cestas de Navidad.

Salvemos a Maximiliano, proclaman los grandes gurús del presupuesto. Salvemos al delegado de Urbanismo más tieso de la historia. Ganemos (Podemos) tiempo hasta mayo, reza la letra pequeña. En las caracolas de la Cartuja saben perfectamente que los anuncios de transferencias suelen ser papel mojado. La Gerencia ha sido siempre el amigo rico, el pagafantas de la vida municipal. Pero ahora no hay ni para toldos. Maximiliano no puede vender ni la sombra. Y sin toldos no hay paraíso.

Presentado el presupuesto de 2015, con esas obras que son como los moros de Queipo, siempre las mismas, sólo faltan ya los camellos por la Alameda de Hércules para rematar diciembre. Esperemos que este año ninguno muerda. Nos referimos a los camellos, claro. Los otros se pegarán dentelladas, máxime (de Maximiliano) cuando los puestos de salida se cotizarán aún más caros al reducirse la corporación a 31 concejales.

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