La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Más si mi amor te olvidare

Hoy tiene entre sus manos las vidas y las memorias, las almas y los recuerdos, de generaciones de sevillanos

Abanicos que con su ir y venir esparcen un suave olor a Maderas de Oriente o Embrujo de Sevilla que también impregna los misterios que guarda el bolso -minúsculo pañuelo, espejito, polvera, rosario, monedero con cierre de bolas- y el armario que, junto a las prendas de uso común -ahora trajes de verano de fondo azul marino con lunares blancos- guarda en un joyero de piel verde oscuro con filigranas doradas los pequeños lujos de una vida larga que parece un suspiro. Puñado de jazmines en la mesita de noche, junto a la estampa de la Virgen. Mañanas de ventanas abiertas al breve frescor y tardes de quieta penumbra. Oraciones bisbiseadas. La ida al besamanos. El despertar niño, disgustado por lo temprano de la hora y la incomodidad de la ropa de día de fiesta que siempre picaba, para ir a ver la procesión con la abuela, la tía soltera y la madre.

La Virgen de los Reyes, hoy y mañana en besamanos, es mucho más que eso. Pero es también eso para quienes lo hemos vivido. Por algo es la más antigua vecina viva de Sevilla, es decir a la que se visita, con la que se habla, cuya foto está junto a las de los nuestros y a la que se le piden cosas para remediar los desavíos de la vida. Cuando, como hoy, le quitan al Niño, tiene entre sus manos las vidas y las memorias, las almas y los recuerdos, de generaciones de sevillanos.

Me llevaron a su besamanos 23 días antes de nacer - está escrito: "No estaba oculto de ti mi cuerpo cuando fui formado. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados"- y a él llevé a mis hijos como ellos, espero, llevarán a mis nietos. Para que no se diga de ellos lo que desde la nostalgia del exilio escribió Blanco White: "Compadezco al andaluz joven que (…) puede oír con indiferencia aquellas pláticas dulces que mecieron mi niñez y que jamás borrará de mi memoria el tiempo. Bajando estoy el valle de la vida, y todavía se fijan mis pensamientos en aquellas calles estrechas, sombrías y silenciosas, donde los pasos retumbaban en los limpios portales de las casas, donde todo respiraba contentamiento y bienandanza, modesto bienestar ensanchado por la alegría y por la mesura de los deseos".

Esta Sevilla que siglo y medio después yo conocí tal y como Blanco la evocaba quizás sólo viva hoy en los ojos griegos y la sonrisa gótica de la Virgen de los Reyes. Pero vive. Y vivirá mientras los sevillanos no la olviden.

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