Ochenta años del último parte de guerra y ochenta y tres se cumplen hoy de que sonase el primer tiro en la guerra más incívica que registra nuestra historia. Pero hagamos abstracción de lo que tanto esgrimen los de la sectaria memoria histórica y centrémonos en lo que este día significaba en la más larga posguerra conocida. En el 18 de julio, festividad de San Federico, el pueblo se sacudía la tristeza y escapaba de la opresión para festejar la paga extra que servía para remendar tantas costuras descosidas. En este día, el cabeza de familia tiraba la casa por la ventana y por ella escapaban a la playa los que ya habían llegado al estatus de tener un seiscientos o a Baturones y al Bar Puerto el resto. Eran los dos grandes receptáculos de familias y familias que, al calor de la extra, mataban los recuerdos con la jarra de cerveza y el papelón de pescado frito. Así era la cosa.
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