DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Las andadas

El PSOE de Pedro Sánchez, de existir, tiene a Felipe González como un señor de derechas

Hay palabras ríos y palabras secas, palabras lluvia y palabras quietas, fósiles. Felipe González ha empleado una palabra abarcadora, inasible. Viene directamente de ese hondón del idioma difícil de traducir. Andadas. Es una palabra de mi madre que, con seguridad, sería de su madre y de la madre de su madre. Y así. Las andadas, dicen que dijo. Volver a las andadas o no volver. No conozco una construcción española en donde andadas, que en sí mismo es volver a lo andado ya, tenga una connotación positiva. En todos los supuestos significa algo malo, perjudicial. Incluso peligroso, fatal. Felipe González extiende estas andadas a dos siglos y su lanzamiento a la reunión sevillana de los socialistas representa un advertencia rotunda. El PSOE de Pedro Sánchez, de existir, tiene a Felipe González como un señor de derechas, un conservador, un millonario ciertamente alejado de lo que representa el actual partido socialista. Pero el mensaje a la celebración de la gran victoria del 82, victoria de Felipe González, no es baladí. Sánchez ha mentido y ha hecho cosas impensables en el PSOE de FG con un solo objetivo, el poder, permanecer en el poder, conservar el poder. Están en la mente de todos: los pactos para un gobierno con los comunistas de Podemos, los pactos con los nacionalistas, con ERC y el independentismo, los pactos con Bildu. Y ahora la pretensión de rebajar la pena al delito de sedición para allanar el camino al independentismo catalán y la vía expedita a los secesionistas del procés. Las minorías, una por una, han puesto un dogal a Sánchez, que se ha comprometido a pagar en contante y sonante, o en compromisos inasumibles, como lo de los presos, los indultos y todo el conjunto de políticas que, de seguro, pagará en las urnas. Las andadas, aquí, no significan necesariamente esto pero refieren políticas que llevaron al enfrentamiento de los españoles, que FG considera no debería volver a ocurrir nunca más: "preservar como un tesoro la convivencia en España". Y remachó con, entre otras, estas palabras diáfanas: "sin convivencia en paz y libertad, todo lo demás es liviano, se puede caer y se puede volver atrás". Felipe González es verdaderamente un anciano. Frisa los 80 años, tiene una cabeza blanca de canas y se mueve con precauciones. Podría haber citado a Jorge Cafrune el otro día en Sevilla: "Si he pasao lo que pasao, quiero servir de advertencia. El rodar no será ciencia, pero tampoco es pecao". Lo sabe, como que nadie escarmienta en cabeza ajena; como que siempre se vuelve a las andadas. Aunque quede el resto de la vida para arrepentirse. ¿Será el caso una vez más?

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