ORGULLOSOS de Andalucía, rezaba el lema lucido ayer en la camiseta del Sevilla Fútbol Club. Y tienen motivos para albergar ese mismo sentimiento quienes profesan la fe sevillista no sólo por haber nacido, los que sean de aquí, en esta bendita comunidad autónoma, sino, también, por el esfuerzo realizado por quienes defienden su escudo para salir invictos de un lugar del que muy pocos, casi ninguno, lo consiguen. El Sevilla, con Javi Varas y sus trece compañeros, firmó una actuación espectacular y el fútbol le concedió el premio de disfrutarlo.

Porque ya hubiera sido una triste guasa que después de tanto correr, de tanto aplicarse a ese eficaz planteamiento que partió de Marcelino García Toral para tratar de discutirle la posesión del balón al Barcelona, si eso es posible, Javi Varas no hubiera conseguido tapiar su portería incluso cuando está frente a frente con Messi a once metros de distancia y la pelota parada. La rabia del colectivo sevillista, que incluía a muchas voces a poco más de mil kilómetros de distancia, con Iturralde González era más que comprensible. En la primera caída en el área, con muchas dudas por parte de todos los que juzgaron la acción, él lo tuvo mucho más claro que cuando Héctor derribó a Luis Fabiano en cierta tarde isleña. Hasta el propio defensa del Mallorca llegó a reconocer después que no sabe cómo no pitó aquello.

Pero qué más da, a Iturralde se le olvidó que la portería estaba tapiada por un porterazo que, afortunadamente para el Sevilla, que es quien le dobla el contrato y, por tanto, lo disfruta. Fue un subidón más, aunque tampoco hiciera falta para valorar que el milagro se produjo. El Sevilla sigue invicto tras pasar por el Camp Nou. Como para que los sevillistas no estén orgullosos de ese andaluz llamado Javi Varas.