La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Las zonas prohibidas de Sevilla
Se dio a conocer en 1978 a través de la televisión, tras ser actriz de teatro, interpretando a la alemana aria que en Holocausto seguía a su marido judío de campo de concentración en campo de concentración; y a través del cine como Linda, la prometida de Nick (Walken) de la que se enamora su amigo Mike (De Niro) en El cazador, logrando un Emmy por la primera y una nominación al Oscar por la segunda. Un año más tarde se consagró como la abogada de Escalada al poder de Schatzberg, la vengativa ex mujer de Allen en Manhattan y sobre todo la Joanna de Kramer contra Kramer de Benton, sumando solo en un año dos premios de las asociaciones de críticos de Los Ángeles y Nueva York por las dos primeras y el Oscar y el Globo de Oro por la tercera. Pero aún faltaba lo mejor.
1980 fue el año del definitivo encuentro -en Sevilla, en el cine Llorens- con Meryl Streep. Quien lo vivió no lo ha olvidado. Suena la bella y evocadora partitura para violín y orquesta que Carl Davis compuso para esta película. Es 1887 en una pequeña ciudad costera inglesa. Una mujer cubierta por una larga capa negra con la capucha echada avanza sobre un malecón que se adentra en aguas tempestuosas esperando, quizás, el regreso del soldado francés que la sedujo y abandonó, por lo que en el pueblo la llaman despectivamente la mujer del teniente francés. Todo era grande en esta película: la novela de John Fowles en la que se basaba, el guión de Harold Pinter, la fotografía de Freddie Francis, la música de Carl Davis, la interpretación de Jeremy Irons, la dirección de Karel Reisz. Pero lo más grande, lo que ha perdurado como su icono, era la interpretación de Meryl Streep, la forma prodigiosa en la que se fundía con ese personaje hasta hacerlo suyo, superando el reto -porque es cine dentro del cine- de dar la misma, intensa vida, pero con matices dramáticos totalmente distintos, al personaje victoriano y a la actriz que lo interpreta.
Lo demás, hasta hoy, es historia del cine: la larga trayectoria del mayor talento interpretativo dramático femenino desde Bette Davis. Si una actriz merece el Premio Princesa de Asturias de las Artes es ella. Y algo tiene que ver con nosotros. Se subió por primera vez a las tablas en 1971 en un teatro del off-Broadway interpretando el papel de Tisbea en The Playboy of Seville and the Stone Guest, adaptación de la obra de Tirso de Molina.
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