Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El año en el que Sevilla perdió pie

La pandemia ha demostrado que haber perdido todos los trenes durante décadas se termina pagando

Dentro de cuatro días va a pasar por fin algo bueno en este 2020 de nuestras desgracias: se acaba. Sólo los sevillanos ya muy mayores, que vivieran en su niñez los años de la guerra civil y de la cruel posguerra de hambre y represión, pueden comparar. Para el resto, incluso para los que conocimos el final de la dictadura con algo más que uso de razón, el que ahora acaba ha sido el año de que, colectivamente, nos hemos dado cuenta de cuántas cosas teníamos a las que no les dábamos valor. Pero para Sevilla, como ciudad, va a ser el año en el que se perdió pie y en el que nos dimos cuenta de lo frágil que era el andamiaje sobre el que se había edificado la vida económica y social de uno de los mayores conglomerados urbanos de España. La pandemia ha puesto dramáticamente de relieve que haber perdido todos los trenes durante años se termina pagando a un precio muy alto y que poner todos los huevos en el mismo cesto es un error estratégico que también tiene un coste.

La cosa no es de hoy ni de ayer. Llevamos décadas acumulando fracasos en medio de una indiferencia notable, por no decir total, de los que tendrían que evitarlo. Perdimos el periodo de industrialización de las últimas décadas del siglo pasado y el del impulso de las nuevas tecnologías de comienzos de éste. Estos días la Universidad ha publicado un libro con las memorias del gobernador civil que mandó en Sevilla -porque los gobernadores mandaban- durante la década de los sesenta, el falangista Utrera Molina, en el que cuenta cómo desde Madrid se le birló a la provincia el canal Sevilla-Bonanza o la siderurgia integral que habría de crear un polo industrial en la zona metropolitana de la capital. Cambien época y protagonistas y tendrán un relato parecido de lo que está pasando ahora mismo con los túneles de la SE-40 o con la ampliación del Metro, por poner ejemplos que están un día sí y otro también en este periódico.

Sí supimos aprovechar en los últimos años la burbuja turística y nos beneficiamos con un crecimiento desordenado de la planta hotelera y hostelera. Pero faltó planificación y poner en valor una oferta que tenía todos los elementos para ser triunfadora en el mundo. Los esfuerzos que estaba haciendo el Ayuntamiento actual en esa dirección quedaron bruscamente interrumpidos por la aparición de la pandemia. Ahora hemos visto la fragilidad de un sector sujeto a circunstancias de lo más diverso y que lo mismo llega como se va.

Dicen que el mundo que nos espera cuando la enfermedad quede atrás no va a ser el mismo. Para Sevilla debe ser un tiempo en el que no se permita el lujo de perder más trenes. Por ahora, casi nos conformamos con dejar atrás este aciago 2020 que nos ha mostrado todas nuestras limitaciones.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios