JUAN Ignacio Zoido cumplirá mañana lunes un año en la Alcaldía, a la que llegó hace doce meses tras una victoria electoral sin precedentes en la historia reciente de la democracia en nuestra ciudad. Tras salvar el primer hito temporal de su mandato, en el que ha tenido que gobernar con las hipotecas de la gestión de Monteseirín y en medio de una crisis económica sin precedentes en las últimas décadas, el balance de su trabajo al frente del Ayuntamiento arroja un panorama de luces y sombras que, paradójicamente, ha generado un sentimiento general de decepción. Probablemente en esta sensación tengan mucho que ver las enormes expectativas políticas y personales que levantó su candidatura, que logró el aval de muchos ciudadanos, incluso alejados de los principios ideológicos que defiende el PP. La expectación era tanta que parece inevitable que el propio regidor hiciera hace unas semanas un balance apresurado de su gestión que resumió con una frase: "No hemos podido hacer más". Es cierto. El tiempo que Zoido lleva en la Alcaldía ha estado marcado por una crisis de una dureza desconocida, que ha determinado, inevitablemente, el día a día de la ciudad. Zoido llegó al poder prometiendo cambiar Sevilla y proclamando que sería el alcalde del empleo, a pesar de no tener competencias reales. Un año después, se impone el realismo: la ciudad no ha cambiado y las cifras de paro no dejan de subir. Dos hechos que deberían hacer reflexionar sobre cuál debe ser la agenda política de los próximos años. En su balance de luces hay que anotar que se ha metido a fondo en ordenar el caos financiero del Ayuntamiento y que su gestión está más pegada a la realidad, sin los excesos que marcaron la etapa anterior. En el de sombras, su obsesión en justificarse con la herencia recibida y la falta de realizaciones concretas. Los grandes proyectos anunciados durante este año -Ikea, Ciudad de la Justicia, Gavidia- están en cuestión por la propia actuación municipal. De cómo este equipo de gobierno haga las cosas en los próximos tres años van a depender muchas cosas en Sevilla. No son momentos de golpes de efecto, sino de trabajo serio y riguroso. No hay mejor imagen que una gestión eficaz y adecuada a las verdaderas prioridades de los ciudadanos.

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