Análisis

Fabián Vidal

Un año sin tregua

ETA quiere anunciar que abandona el alto el fuego permanente y que adopta la decisión de actuar en todos los frentes en defensa de Euskal Herria". Desde las cero horas del día 6 de junio de hace un año, ETA rompía oficialmente un alto el fuego que había acabado de hecho el 31 de enero de 2006, aunque el Gobierno, un mes antes, pese a todo, intentó recuperar el diálogo con la banda terrorista, pero Francisco Javier López Peña lo impidió.

Ha pasado sólo un año, pero parece que han sido diez por la cantidad de sucesos que han ocurrido política, policial y judicialmente en torno a ETA y que dejan la sensación de que todo lo que ha pasado es deja vu. La banda terrorista ha asesinado a cuatro personas, tres guardias civiles y un ex concejal socialista, pero ha intentado causar mayores matanzas con la vuelta a los coches-bomba cargados con explosivos más potentes. Con esos asesinatos ETA rompía una serie de éxitos policiales que habían impedido que cometiera masacres y que habían acabado con la detención de destacados terroristas, entre ellos Portu y Sarasola, los autores materiales del atentado contra la T-4 de Barajas. Ellos fueron dos más del centenar de etarras que han sido detenidos en España y Francia desde el final de la tregua. También cayó uno de los más importantes talleres de fabricación de bombas y su ingeniero, se desarticuló el aparato logístico y en el plano judicial se inició la ilegalización, a punto de culminarse de los partidos políticos ANV y PCTV que dan cobertura a ETA.

La banda terrorista aunque en condiciones de causar muerte y desolación se encuentra en una situación de debilidad evidente y más tras la detención del responsable del aparato político.

Pero tan importante como el acoso policial y judicial a ETA y su entorno, ha sido la recuperación de la unidad contra el terrorismo de todos los partidos democráticos, y en especial que el PP haya dejado de utilizar la lucha antiterrorista como campo de la contienda partidista. Para ello han tenido que ocurrir dos cosas: que el Gobierno haya confirmado, por activa y por pasiva, que no se da ninguna de las condiciones previstas para iniciar un diálogo con ETA y que ya no servirá ningún comunicado de ETA que no sea el del abandono definitivo de la armas. Y, en segundo lugar, que tras perder las elecciones el 9-M y en vísperas de su congreso Rajoy, no sin cierta oposición interna, haya dado órdenes de fomentar la unidad con el argumento incontestable de que el Ejecutivo está haciendo ahora lo mismo que él le había pedido que hiciera, que hablara de la derrota de ETA, que cerrara la puerta a cualquier negociación y que ilegalizara a los partidos proetarras.

Pero como contrapunto al acoso a la banda terrorista y pese a las muertes y los estragos causados por ETA, este año sin tregua ha traído la insistencia del lehendakari Ibarretxe en desvincular su consulta popular de la existencia de la ausencia de violencia en contra del criterio de socialistas, populares y parte de su propio partido.

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