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Crónica personal

Pilar / cernuda /

El arte de comunicar

PABLO Iglesias, antes de convertirse en una figura política, recibió clases de cómo comunicar bien, cómo expresarse en público, cuál era la mejor forma de plantear un debate y qué tipo de frases se convertían en titular. Entre sus "profesores" se encuentra algún conocido profesional de televisión que trabaja para institutos y escuelas especializadas. Se preparó bien y ahí está el resultado: su partido, que no tiene ni un año de vida, se ha convertido en tercera fuerza. Gracias al desencanto que provocan los dos mayoritarios, es cierto, pero en su ruta imparable hacia lo alto, y que algunos esperamos que se venga abajo, ha tenido mucho que ver su capacidad de comunicación y de decir exactamente lo que la gente desea escuchar.

El PP de Mariano Rajoy debería tomar nota. No es el caso del PSOE, cuyo secretario general también se mueve bien en ese terreno, ayudado además por un buen físico y por una excelente educación que con frecuencia es más atractiva aún que el buen físico. Si Sánchez no ha despegado con la fuerza que se esperaba es porque flojea el equipo que eligió para su nueva andadura y porque ha cometido fallos de bulto en alguna de sus iniciativas políticos, pero eso se corrige con el tiempo, cuando tenga más experiencia. El problema de la comunicación no está en el PSOE, sino en el PP.

Jamás Mariano Rajoy, no ahora ni cuando estaba en la oposición, ha dado importancia a ese apartado. Es verdad que en estos años de gobierno su prioridad, casi absoluta, era enderezar la economía, en situación crítica. Pero tendría que haber estado también pendiente de otros asuntos importantes: la falta de explicaciones, la reticencia a comparecer en momentos delicados y su aislamiento buscado han hecho un flaco favor a su partido y a su gobierno. Alguien debería hacerle ver la serie El ala Oeste de la Casa Blanca, para que aprendiera cómo debe trabajar un presidente. Está obligado a dar la cara ante los ciudadanos en todo momento y en cada circunstancia, incluso aunque sea más de una vez al día. Con un buen equipo de profesionales que esté al tanto de lo que ocurre en cada esquina de España, le alerte sobre los posibles huracanes, le sugiera cómo afrontarlos y qué frases debe pronunciar para tranquilizar los ánimos.

Y así le va. O más bien así nos va: sería muy buena cosa que en tiempos de zozobra como los actuales el presidente explicara qué proyectos tiene para sacarnos de la inquietud.

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