Acción de gracias

Lo que atrae a los demás

Han transcurrido 65 años desde 'Marty', pero la película mantiene una sorprendente vigencia

Burt Lancaster, ese actor inteligentísimo y valiente que nunca quiso ser sólo una estrella de Hollywood y encontró en un puñado de directores europeos -Luchino Visconti, Liliana Cavani, Bernardo Bertolucci o Louis Malle- la mejor manera de prolongar una carrera repleta ya de por sí de títulos memorables, tuvo también la inteligencia de apostar, como productor y junto a su socio Harold Hetch, por una película modesta, Marty (Delbert Mann, 1955), un proyecto pequeño que adaptaba una producción televisiva, que acabaría imponiéndose en los Oscar de ese año -ganaría cuatro estatuillas- y conquistaría un hueco destacado en la memoria sentimental de los espectadores.

En Marty, que se ha sumado esta misma semana al catálogo de Filmin, el guionista Paddy Chayefsky, autor también del libreto de Network, un mundo implacable, contaba la historia de un carnicero honesto y bonachón (espléndido Ernest Borgnine) que vive junto a su madre (Esther Minciotti) y al que el entorno le señala una y otra vez la vergüenza de no haberse casado. "Madre, hay asuntos que debería encarar un hombre llegada cierta edad", dice el personaje, "y en mi caso es que, sea lo que sea eso, yo no tengo lo que atrae a las mujeres", explica sobre su falta de fortuna en el amor. Una noche, y aviso que aquí empiezan los spoilers, aunque lo importante del largometraje no es tanto el argumento como la delicadeza con la que se narra,Marty conocerá a Clara Snyder (Betsy Blair, perseguida entonces por la caza de brujas de McCarthy, que consiguió el papel gracias a las presiones de su entonces marido Gene Kelly y que al año siguiente rodaría Calle Mayor en España). El encuentro de esos dos seres vulnerables y heridos, temerosos de expresar sus sentimientos por todo el rechazo que arrastran, será un milagro que los allegados de Marty no apreciarán: Clara, como él, que se sabe "gordo y feo", no responde a los cánones de belleza que divulgan las revistas y las películas y despierta el recelo y la burla en los amigos del protagonista. ¿Cómo puede tener interés él, se preguntan con crueldad, en un adefesio como ella?

Han transcurrido 65 años desde que Marty y Clara pasearan su amor inesperado por las calles de Nueva York, pero el filme no ha perdido con el tiempo la capacidad para emocionar. Hoy, incluso, su historia tiene una sorprendente vigencia: en este tiempo en que se nos reclama que nos mantengamos delgados y jóvenes, perfectos y artificiales, en esta época en que las aplicaciones para ligar parecen más bien inclementes concursos de belleza, Marty nos recuerda que tal vez no haya nada más hermoso que la gente de verdad, los perdedores, los auténticos, los inadaptados, los que no entran ni entrarán nunca en el canon.

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