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Rogelio Velasco

¿Es la austeridad autodesctructiva?

Un recorte considerable del gasto público para reducir el déficit y la deuda pública que se emita puede provocar una contracción tan elevada del PIB que la relación entre deuda pública y PIB sea aún mayor

UNO de los temas de conversación habituales entre los ciudadanos y en los medios de comunicación es el efecto negativo que depara, para la actividad económica y el empleo, la actual política de reducción del gasto publico con el fin de cumplir con los objetivos acordados en la UE durante estos años hasta llegar a 2013 con un déficit del 3%.

En particular, se alude a la contracción que experimenta la actividad cuando se reduce el gasto. Si el gasto público sigue reduciéndose y la actividad también, ¿cuál es el límite? ¿No estamos destruyendo renta y empleo y, por tanto, nunca llegaremos a reducir la relación entre deuda pública y PIB? ¿Hay alternativas a esta política?

Los analistas y los agentes del mercado utilizan habitualmente la relación entre deuda pública y PIB como una variable que estima el nivel de endeudamiento y la sostenibilidad a medio y largo de las finanzas publicas de un país.

El problema que se presenta es que una reducción considerable del gasto público con el objetivo de reducir el déficit y la deuda pública que se emita (y, por tanto, reducir el numerador de la relación), puede provocar una contracción tan elevada del PIB que, al final del periodo, la relación entre deuda pública y PIB sea aún mayor porque el denominador PIB se ha contraído todavía más.

Es posible estimar cuál es el limite de reducción de gasto público para que esa relación no aumente como consecuencia de la contracción del PIB. Para España, dado que la tasa de crecimiento esta próxima a cero, las dos variables que influyen son el valor del multiplicador y la relación actual entre deuda pública y PIB.

Antes del inicio de la crisis, el valor del multiplicador -que mide cuánto se incrementa la renta al elevarse el gasto público- era estimado por el Banco de España en un nivel de 2. El valor del multiplicador cambia cuando lo hace sustancialmente el entorno económico. En la actual situación de práctico estancamiento pero, sobre todo, con unas expectativas de los agentes que se encuentran hundidas, el valor ha tenido que reducirse sustancialmente.

Con la información disponible, el valor actual del multiplicador está en torno a 1,38, significativamente menor que al inicio de la crisis. Respecto de la ratio deuda pública entre PIB, acabaremos este año en un nivel del 74%. Para estabilizar la relación entre deuda pública y PIB, el valor del multiplicador debería estar significativamente por debajo de 1,30.

Si deseamos, podemos expresarlo en otros términos. Dado el nivel de deuda pública en relación con el PIB que tiene la economía española, cuanto mayor el valor del multiplicador del gasto publico, tanto mas destructiva es sobre la renta la reducción del gasto por el efecto desmultiplicador que se genera.

El análisis realizado se refiere a un país pequeño, como España, que tiene como dadas las condiciones de los mercados financieros internacionales y, en consecuencia, la solvencia, medida por la relación deuda entre PIB, no puede aumentarla sin que se eleve el coste de la financiación y, por tanto, de la deuda. Incluso, en un caso extremo, para un país pequeño esa relación a un nivel elevado lo excluye completamente de la financiación internacional, provocando el colapso económico.

Una reducción del gasto público genera una caída más que proporcional de la renta (dependiendo del valor del multiplicador) y la relación entre deuda y PIB aumentará si el multiplicador y la relación entre deuda y PIB en este momento son suficientemente elevados. Al contrario ocurrirá con niveles reducidos.

¿Y cuándo se detiene el efecto destructivo? Típicamente, es la demanda externa -las exportaciones- la que permite realizar una contribución positiva al crecimiento, generando ingresos fiscales adicionales tanto por la actividad exportadora como por el efecto de arrastre sobre otras actividades domésticas.

El problema que se presenta a algunos países es que si el actual nivel de endeudamiento en relación al PIB es muy elevado, como es el caso de Grecia y también de Italia, no hay actividad externa exportadora de un tamaño tal que sea capaz de compensar la caída interna de la actividad. Se produce entonces, inevitablemente, un efecto bola de nieve por el que se emite deuda nueva para pagar deuda antigua, con un PIB cada vez mas reducido.

La salida del círculo vicioso a través de las exportaciones es lo que históricamente ha ocurrido. El problema que tenemos en España y el resto de países occidentales es que, excepto en Alemania, las condiciones no son buenas y las exportaciones no pueden crecer mucho. Los países emergentes que mejor se encuentran presentan unas economías muy cerradas y proteccionistas. En consecuencia, el crecimiento de las exportaciones hacia esos países también lo será.

Adicionalmente, la mejora de las condiciones por el lado de la oferta -nuevas tecnologías, mercado de trabajo, mejor formación, etc- seguirán operando para elevar la tasa de crecimiento económico. Pero estos son factores que actúan lentamente, en el largo plazo.

La situación en la que nos encontramos, por tanto, no tiene una fácil salida. En el muy corto plazo, es inevitable tener que seguir reduciendo gasto público aun a costa de perjudicar a la actividad privada. El efecto multiplicador (negativo) sobre la actividad económica se irá reduciendo. Además, es de esperar la actuación de las autoridades comunitarias de manera más clara, de forma que tengamos garantizada financiación a tipos razonables.

Este proceso va a seguir siendo largo y doloroso. Sólo una revisión completa de las actuales políticas activas de empleo, manteniendo lo que funciona y suprimiendo lo que no, podrá aliviar la situación del mercado de trabajo.

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