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Las dos orillas

José Joaquín León

El autobús de los milagros

SE puso de moda en Londres, pero en Sevilla nunca hemos visto el autobús de los ateos, ni sería posible. En la Tierra de María Santísima sólo circula el autobús de los milagros, incluso anuncia promociones de Semana Santa. Es realmente milagroso que Tussam aún exista. Este milagro no ha sido atribuido a ningún santo ni beato sevillano, pero es inexplicable sin algún enchufe celestial de los gordos. Por causas puramente racionales no se puede explicar que una empresa con 132 millones de euros, como deuda admitida a finales de 2009, siga funcionando, o al menos haciendo como que funciona. Sobre todo teniendo en cuenta que casi todas las medidas adoptadas por el tándem Monteseirín-Torrijos son golpes bajos para el sufrido autobús sevillano.

El blues del autobús aquí ya no se canta. Yo todavía me pregunto para qué quiere Sevilla un autobús maltratado. Decía Ignacio Flores, concejal del PP, que los autobuses de Damas llegan antes de Sevilla a Huelva que los de Tussam desde Sevilla Este hasta el centro. Se ha quedado corto. Pues un autobús de Tussam que llegue al centro no se toma en una hora, como Zamora, sino que es en sí mismo una parte importante del milagro. Téngase en cuenta que la Sevilla actual es una ciudad perfectamente diseñada para que un autobús no llegue al centro. Para ello se han colocado todos los obstáculos posibles y algunos más, de modo que si se consiguiera sólo fuera por la intermediación de un santo.

Gracias al autobús de los milagros, aumenta la fama de Sevilla como potencia celestial. En el Ayuntamiento se habla mucho, y con admiración, del Metrocentro, del Metro que no va al centro ni irá en varios años, y de las bicicletas. Pero el autobús está marginado, sólo se acuerdan para calcular las trampas de Tussam. Por supuesto, ni al alcalde, ni a ningún concejal con mando en plaza, se le ocurre llamar al uso masivo del autobús como fórmula eficaz para reducir la deuda pública de esta empresa ídem. Se da por descontado que la deuda se reducirá por milagro celestial, por obra y gracia del Espíritu Santo, al que confunden con las palomas de la plaza de América.

Se han evaporado ríos de tinta tratando sobre una línea de Metro que aún no existe, que si la parada estará en el Duque, que si la otra en Cristo de Burgos, que si en la Encarnación no, por culpa de unas Setas que antes no había… Todo así. Pero nadie habla de las paradas del autobús de Tusam, de tener un transporte público en condiciones. No en el año 2020, sino mañana lunes, sin ir más lejos. Dicen que en 10 años ha perdido 7,7 millones de viajeros, o sea 11 veces la población sevillana. Estamos al revés que los ateos: probablemente Dios sí existe, pero el autobús de Sevilla no creo.

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