Aviva tu recuerdo, hermano

23 de octubre 2024 - 03:07

Dos buenas noticias en una: cobra vida, por fin, aunque aún solo sea parcialmente, la Real Fábrica de Artillería de Sevilla, uno de los espacios más histórica y artísticamente importantes de la ciudad, con una exposición sobre los hermanos Machado. Son dos formas de restauración, una física y otra ideológica. Si restauración significa recuperar y volver a poner algo en el estado de estimación que antes tenía reparando los deterioros sufridos, la palabra sirve tanto para el soberbio edificio del siglo XVIII como para los groseros repintes que sobre la relación entre los dos hermanos y sus obras se han hecho. Restaurar un edificio de tanto valor y tan grandes dimensiones tras tantos años de abandono es una tarea compleja. Pero restaurar lo que la manipulación ideológica ha hecho con los hermanos Machado, enfrentándolos y negando a Manuel su grandeza, es una cuestión mucho más delicada.

Como ha explicado Alfonso Guerra, comisario de esta espléndida exposición, se trata de derribar tres mitos que han desfigurado la obra y la relación entre los hermanos. El del gran poeta, Antonio, y el poeta menor, Manuel. El del enfrentamiento entre ellos por razones ideológicas: “No es cierto –ha dicho Guerra– el tópico de que representen a los dos Españas enfrentadas. Ya en plena guerra Manuel dijo públicamente que el dolor más grande que tenía era estar separado de su hermano. Se quisieron mucho. Al morir Antonio, Manuel, que estaba en Burgos, se fue a Collioure. Cuando llegó también había muerto la madre. Se metió en el cementerio y estuvo un día sin salir”. Y el mito del Manuel andaluz frente al Antonio castellano, olvidado de Sevilla. Guerra ha recordado que en una carta a Rubén Darío, Antonio escribe que piensa dejar su cátedra en Soria optando por una en Madrid para luego permutarla por otra en Sevilla. No fue solo un arrebato de nostalgia lo anotado en el papel encontrado en su gabán tras su muerte: “Estos días azules y este sol de la infancia”.

Los mitos de los Machado enfrentados y de Antonio olvidado de Sevilla quedan rotos por la poesía que en 1938 Antonio escribe a su hermano: “Otra vez el ayer. Tras la persiana, / música y sol… / Mi Sevilla infantil, ¡tan sevillana! / ¡Cuál muerde el tiempo tu memoria en vano! / ¡Tan nuestra! Aviva tu recuerdo, hermano. / No sabemos de quién va a ser mañana”. Fue de unos y otros, manipulándola. Ahora es otra vez de ellos. Y de todos.

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