PASA LA VIDA

Yo me bajé en La Plata, ¿y usted?

ME sonó a gloria el estruendo in crescendo del tren de las dos de la tarde, el primero abierto a la ciudadanía. Descendí por el Prado al territorio espaciado por Antonio González Cordón y desde el primer momento me sentí a gusto por pasillos, escaleras automáticas y andenes. Sugiero que le encarguen un concierto minimalista a Llorenç Barber con los sonidos del Metro y lo concelebremos bajo tierra en el primer aniversario.

Ayer y hoy de Sevilla. También se monta Alfonso Jiménez, el arquitecto conservador de la Catedral. Lo suyo es un fagamos un Metro tal que vayamos rápido a la Gran Plaza para almorzar en casa, mientras se alejaba de la muchachada del burraqueo; de las señoras de barrio encantadas por añadir a su biografía un día como el de ayer; de los universitarios con la cabeza bien amueblada, y del discapacitado que entró sin problemas con su silla de ruedas y se puso el cinturón de seguridad en el espacio reservado para personas como él.

El sistema de doble puerta es un acierto aunque invisibiliza a los trenes. Un matrimonio lleva a su bebé en un carrito que circula bien en la amplitud del vagón, felizmente tan sobrio como toda la infraestructura. Los Victorio & Lucchino también lo han tenido claro: el colorido lo debe poner la gente y hacer suyo el underground sevillano.

Yo me bajo en La Plata, y a usted le recomiendo que aproveche el Metro para salirse de su itinerario habitual y conozca más las Sevillas que coexisten en Sevilla, habitualmente de espaldas unas a otras, y a partir de ayer más y mejor unidas y mezcladas. En la Avenida de los Gavilanes, cerca de Ingeniero La Cierva, mucho vecindario no incardina aún lo que supone para sus vidas esa boca de Metro, tan dulce como la de Ana Belén cuando le compone Víctor Manuel. Aglomeración de barrios y barriadas (Juan XXIII, Rochelambert, Su Eminencia,...), con bloques de pisos o cajas bajas, donde hay tantos carteles de pisos a la venta como en el centro. Ahora pueden centrarlos: están andando a 20 minutos de la Giralda y a 15 de dos universidades, una por andén: Hispalense y Olavide.

Vuelvo al Metro para hacer el trayecto a la inversa. El aviso de próxima estación apenas se escucha, no en así en San Bernardo, donde me subió la autoestima el soniquete: "Correspondencia con Cercanías Renfe". Correspondencias, divino tesoro, llegad pronto. En el vagón no sólo hay pasajeros de ocasión, sino también personas que ya lo estrenan para ir a trabajar y dicen: "Es la primera vez que llego sobrada de tiempo".

Luminoso Prado que me conduce a la carpa montada por el Gobierno andaluz junto al Lope de Vega para celebrar con catering la obra pública que tantos enterraron durante tantos años. Espectacular flota de coches oficiales junto al teatro. Sugiero debate para el próximo Consejo de Gobierno: ¿cuántos altos cargos van a ejercer de socialdemócratas centroeuropeos, dando ejemplo de acudir al trabajo en Metro? Sí, vuelvan a rozarse con el pueblo soberano que, azotado por la crisis, les mantiene en el mundo feliz del poder.

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