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FERNANDO FACES

La banca aguanta, las pymes no

Las pequeñas y medianas empresas españolas se enfrentan a un lustro de bajo crecimiento en el mercado doméstico y están abocadas a buscar nuevos canales de financiación

LAS previsiones del Fondo Monetario Internacional para España siguen siendo peores que las del Gobierno español. Según el FMI el PIB de España crecerá un escaso 0,2% en 2014, frente al 0,7% previsto por el Gobierno. El desempleo se reducirá en el año 2014 hasta el 26,7%, frente al 25,9%. En 2014 se alcanzará el objetivo de déficit del 5,8%, para después volver a incumplir en los años siguientes. Habrá que esperar hasta 2017 para que el déficit alcance el 3%. La deuda pública seguirá aumentando hasta el 105% del PIB en 2017 y el desempleo se mantendrá en el 25%. Perspectivas por lo tanto de una lenta y frágil recuperación. Un lustro con bajo crecimiento y creación de empleo.

La principal razón es que el principal motor de la economía, la demanda interna (consumo de las familias e inversión), va a tener una recuperación muy débil, por el alto endeudamiento de las familias y de las empresas, y los ajustes pendientes de gasto público e impuestos que serán necesarios para cumplir con los objetivos de consolidación fiscal. Las exportaciones serán el principal motor de la recuperación, pero no con la capacidad de creación de empleo que tiene la demanda interna. La confianza está puesta en que las exportaciones acaben tirando de la inversión, y esta a su vez acabe reactivando el consumo y el empleo a partir del segundo semestre de 2014.

El FMI pone el dedo en la llaga al señalar la insoportable deuda de las empresas, sobre todo de las pymes, como principal obstáculo a la recuperación. En España más del 70% de la deuda corporativa se concentra en empresas cuyo ratio de deuda sobre activos supera el 40%. Por otra parte el 40% del endeudamiento está contraído por empresas con un ratio de cobertura de intereses de la deuda inferior a uno (Ebitda/pago de intereses). Según la Central de Balances el endeudamiento de las empresas españolas es seis veces superior a su margen operativo (diferencia entre el valor añadido bruto y los costes de explotación y laborales). Esta situación se concentra fundamentalmente en las pymes. España y Portugal son los países con una probabilidad más alta de suspensión de pagos del segmento de pymes. En las grandes empresas esta probabilidad se reduce de forma sustancial. Ante esta situación, de insostenible endeudamiento, en los próximos años más de un 35% de las pymes podrían hacer suspensión de pagos, si no se procede a una reestructuración de sus deudas y no mejoran sus ingresos. Ante esta situación el FMI aboga por un mayor apoyo monetario del BCE y un refuerzo del papel BEI a la concesión de crédito a Pymes viables.

La banca española, según el FMI, tiene provisiones para soportar un escenario adverso en el que el 35% de las pymes hicieran suspensión de pagos. Las pérdidas potenciales serían de 104.000 millones de euros, pero las provisiones existentes serían suficientes para cubrir dichas pérdidas. No en el caso de Portugal e Italia. Teniendo en cuenta que las pymes son el soporte fundamental de la generación de empleo en España, esta situación es extremadamente preocupante y habrá que arbitrar medidas para que esto no ocurra, de lo contrario las tasas de desempleo se mantendrá altas durante muchos años.

Ésta es la nueva e incierta normalidad en la que tendrán que trabajar las pymes: un próximo lustro de bajo crecimiento, de incertidumbre y de ajustes en los balances. El mercado interno español va a tener una muy lenta recuperación, como consecuencia del necesario desapalancamiento de las familias, empresas, bancos y sector público. Por esta razón las empresas supervivientes se están viendo abocadas a redireccionar su estrategia abriéndose a los mercados exteriores. Con la máxima prudencia, ya que ante la incertidumbre y la desaceleración de algunos países emergentes, se impone una prudente elección de los países y mercados a los que dirigirse. Hay que ser rigurosos en la evaluación de los riesgos económicos, financieros, regulatorios y políticos, y diversificar.

Sera necesario optimizar la gestión financiera de la empresa. La banca va a seguir concentrándose y ajustando sus balances en los próximos años. El crédito va a ser más exigente y más caro. El dinero será un bien escaso. Habrá que mejorar la planificación financiera, vigilando y controlando los flujos de caja, minimizando el consumo de recursos financieros mediante la optimización de la estructura, de los stocks, de los procesos y explotando las fuentes de financiación internas (proveedores y clientes). Habrá que liquidar los activos improductivos, y ser muy exigentes con la productividad de las nuevas inversiones. Habrá que priorizar la autofinanciación y evitar el endeudamiento externo excesivo, que introduce incertidumbre, vulnerabilidad y dependencia. La financiación externa deberá de ser coherente con la capacidad interna de generación de excedentes, y no en función de las expectativas de plusvalías de los activos en que hemos invertido.

Las pymes deben de utilizar nuevos canales de financiación, como los Private Equity, los Fondos de Capital riesgo, los Business Angels o las Sociedades de Garantía Recíproca. Es importante que la pyme acceda al Mercado Alternativo Bursátil (MAB) o al recientemente creado Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF) y otros canales, pero para ello tendrán que replantearse su dimensión. El tamaño de la empresa va a ser fundamental no sólo para salir a los mercados exteriores, sino también para utilizar nuevos canales de financiación.

En los próximos años habrá que anteponer la solvencia al crecimiento. Las empresas solventes e internacionalizadas no tendrán problemas de financiación. La solvencia se antepondrá al crecimiento como valor reconocido por los bancos a la hora de la financiación. La necesidad de una gestión financiera innovadora y prudencial va a exigir un nuevo perfil en los directores financieros. La gestión prudencial, la transparencia y el buen Gobierno Corporativo, van a ser valores fundamentales cada vez más apreciados por la banca y los mercados financieros.

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