EN el Museo de la Autonomía, junto a la Casa de Blas Infante, pueden ver hasta el 10 de enero la interesante exposición sobre el pintor y cartelista sevillano Helios Gómez. Buena parte de su obra fue destruida tras la Guerra Civil, al ser un anarquista muy implicado en la fratricida contienda. La muestra ha sido promovida por el Centro de Estudios Andaluces, que depende del Gobierno andaluz, y que tiende a rescatar sólo temas y personajes ligados a la izquierda. Si algún día manda en la Junta Javier Arenas, sería formidable que favoreciera la divulgación de autores como Helios Gómez, o Rafael Alberti, aunque estén en sus antípodas ideológicas. Sólo Picasso se ha salvado del club de los proscritos. Igual que el actual Centro de Estudios Andaluces debería divulgar la obra de autores como José María Pemán y Aquilino Duque, cuyos valores culturales también trascienden de sus posturas políticas.

Todavía no se ha normalizado la relación institucional con los hechos y personajes ligados a la Guerra Civil y al franquismo. Grave carencia agudizada por el maniqueísmo político imperante, que aún utiliza la cultura como arma arrojadiza. En silencio se veta de lo lindo y se favorece a los mismos de tu propio bando. Es el contexto en el que IU prohibió un acto sobre Agustín de Foxá, escritor caracterizado por su apoyo a Franco. Fue el mayor favor a los promotores de esa iniciativa, que hubiera pasado tan desapercibida como el 99% de los actos en una ciudad como Sevilla. Aunque hubieran cantado el Cara al sol.

El procesamiento por vía judicial de la edil Josefa Medrano me parece excesivo, por cuanto ya arrastra la pena política que le ha impuesto la opinión pública: la pena de saberla ignorante.

Propongo que Zoido reivindique programar las coreografías del comunista Gades; que Torrijos proponga la integral de la música religiosa de Messiaen, y que Espadas solicite confrontar en una exposición a Rodckenko y a Marinetti. Dejen de convertir la cultura en su patio trasero.