La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¿Ha entendido Antonio Muñoz el mensaje?
Tanto le gustan a Sevilla los centenarios que el Ayuntamiento ya está calentando motores para la celebración del de la Exposición Iberoamericana de 1929, aquella traca final de la dictadura primorriverista, con su loco charlestón, sus canotiers y sus jaranas flamencas en los colmaos de la Alameda. El Parque de María Luisa y sus alrededores fue el teatro donde se interpretó el canto del cisne de la España de la Restauración, un país liberal que no pudo ser porque algunos se empeñaron en que no fuese. Después vino lo que vino. Pero olvidemos las amarguras históricas. La elegida para la planificación de la efeméride es la muy conocida -y admirada- periodista y colaboradora de estas páginas Mercedes de Pablos, una mujer que nunca ha escondido sus filias socialistas, pero a la que tampoco nunca la hemos visto caer en sectarismos políticos, más bien siempre ha demostrado amabilidad y compañerismo. Enhorabuena pues. Y buena suerte. Sólo recordarle, a modo de pista, el nombre de Amparo Graciani, quizás la persona que más sabe sobre la Exposición del 29, con empuje y pasión para montar tres Iberoamericanas más.
Pero antes de que lleguemos al 29, el Ayuntamiento debería prestar atención a otros centenarios menores que, sin embargo, están llenos de significación para el acervo sentimental hispalense. Uno de ellos es el del Bar Europa, que según nos enteramos por un artículo gourmet de Isabel Aguilar, fue fundado el 2 de febrero de 1922, y no en 1925 como ha historiografía tabernaria sostenía hasta ahora. El Europa es un ejemplo de éxito darwinista en un ecosistema como el sevillano, donde los bares no suelen durar más de 75 años. Quizás ya no es aquel centro cultural de antaño donde se reunía cierta modernidad sevillana a pimplarse y fundar editoriales, cuyos estertores llegué a conocer en mi primera mocedad, pero lo cierto es que ha sabido mantener una cierta autenticidad y sigue siendo un placer parar allí a tomarse una tapa o un Johnnie Walker antes de acudir a alguno de los actos de La Revuelta, su vecina de las Siete Revueltas.
Si el Bar Europa, tan belle époque andaluza, lo fundó un montañés, don Manuel Gutiérrez Martínez, su coetáneo de El Porvenir, Casa Palacios, fue abierto por un soriano de Taniñé, don Blas Palacios, en 1926. Es decir que haría bien Mercedes de Pablos en ir preparando algo para celebrar por todo lo alto la pervivencia de un negocio que es puro 29. ¿O es que se puede comprender la Exposición Iberoamericana sin sus bares, colmaos, hoteles, teatros y ventas? Tampoco sin algunas villas que se han derribado en los últimos años. Pero seamos positivos. Una parte del patrimonio de aquella Exposición sigue vivo y hay que mimarlo. Que sean cien más.
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