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La Corona convocó el cabildo electoral la tórrida tarde del 24 de julio en la sacristía del Sagrario

Sevilla desprecia en ocasiones a las minorías cuando pocas ciudades hay con tantas minorías influyentes, que aquí cuatro gatos sacan un pasito a la calle y tienen capacidad para dejar sin tráfico una avenida. O una panda pone una cruz floreada en una plaza y hace suyo el espacio durante un fin de semana de mayo. En Sevilla hace tiempo que se respeta a las minorías como a vacas sagradas a las que nadie tuge. Ocurre que hay alguna minoría verdaderamente ejemplar, de quitarse el sombrero, digna de aplauso, alguna minoría hay para ponerle un piso en la Plaza de Cuba exento de IBI.

Existen hermandandes con una nómina de hermanos que caben en un taxi (máxima expresión de desprecio del sevillano) que resultan modélicas en la celebración de sus elecciones y en el traspaso de poderes. Es el caso de la Corona, que convocó el cabildo electoral a finales de julio, un mes inhábil para el cofraderío oficial, pero que en el caso de la cofradía del Sagrario ha resultado la mar de útil. El cabildo se celebró en una tarde tórrida y sin el abrevadero del Horno de la Avenida, donde se ha perdido una cafetería tanto como nos hemos librado del mal estilo de unos camareros que nunca serán gratamente recordados. Con una urna prestada por un colegio profesional y en el espacio de la preciosa sacristía del Sagrario, capilla sixtina de la Sacramental en las mañanas de Tantum Ergo y carrancanerío. Así votaron los hermanos de la que fue asociación parroquial, luego pro-hermandad y más tarde hermandad con todos sus avíos y derecho a voto en el Consejo, que es lo que escuce a más de un estirado derrotado en San Gregorio, que el sufragio de hermandades como la Corona tenga el mismo valor que el de las cofradías asoleradas.

-Pues es lo que hay.

-Y tanto. Y yo que me alegro.

En la mesa de las votaciones estuvo el maestro de ceremonias de la Catedral, el canónigo Luis Rueda. ¿Saben ustedes cuántos votaron? Veinte hermanos, veinte. ¿Y saben quién efectuó el escrutinio? El sacristán. Misión cumplida, rito acabado. La Corona ya tiene su junta de gobierno en funciones a la espera de la toma de posesión en septiembre. Son los beneficios de ser pocos y bien avenidos. Se aplica la fórmula antigua de constituir una junta de gobierno de consenso que satisfaga a los doscientos hermanos de la nómina.

Dicen que don Luis Rueda estaba contentísimo con un recuento tan rápido. El cura se marchó a casa y la minoría cofrade a trabajar el chicharrón regado con cerveza en una taberna de García Vinuesa tras la foto de rigor ante el precioso Cristo, que siempre echaremos de menos en el vía crucis cuaresmal en andas.

La urna volvió al coche y los cofrades a casa. De regreso alguien comentó en voz baja: "Si dejáramos a los políticos de Madrid en el calor de la sacrisitía, tendríamos gobierno en menos de tres horas". El ejemplo de la Corona consiste en demostrar que todo puede resultar muy fácil y natural en un mundo cofradiero demasiado sofitiscado en tantas ocasiones.

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