La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

¡Qué bestias!

Muchísimos años han de pasar para que adquieran el porte de los que, a causa del maltrato, se han talado

Hay que repetirlo una y otra vez. Aún a sabiendas de que no sirve de nada. Los responsables de la tala de los árboles de la plaza de San Lorenzo son todas las corporaciones municipales que los han descuidado y maltratado. Responsabilidad municipal fueron las malas podas y el descuido. Responsabilidad municipal fueron las indecentes obras que al arrasar/alisar/destrozar la plaza dañaron irremediablemente las raíces. Responsabilidad municipal fue que no se cegaran con redes las oquedades en las que anidaban los pájaros, pudriéndolos por dentro. Y esto es aplicable a muchas calles y plazas del centro y de los barrios.

Los árboles que se van a plantar en San Lorenzo crecerán, pero muchos no volveremos a ver la plaza convertida en un claustro verde. Tienen que pasar muchos, muchísimos años para que adquieran el porte que tenían los que, a causa del descuido y el maltrato, se han talado. Tienen que pasar muchos, muchísimos años para que desde cualquier azotea que domine el centro de Sevilla se les vea -como sucedía hasta ayer- sobresalir sobre el caserío. Y esto si se cuidan. Porque si se les trata como hasta ahora se tratan los árboles en esta ciudad morirán como han muerto muchos de los que se plantaron en la Alameda tras la carísima reforma/destrozo hecha bajo Monteseirín, bajo cuyo mandato también se reformó/destrozó la plaza de San Lorenzo dañando irremediablemente las raíces de los árboles.

Insisto en que esto es aplicable a muchas calles y plazas del centro y de los barrios. No se trata solo del valor histórico y emocional que tiene la plaza de San Lorenzo. Calles y plazas sin árboles, alcorques cegados y tocones se suceden en esta ciudad con seis meses de verano y tan maltratada por la pésima, grosera y mala arquitectura. Está claro cuánto bien hacen los árboles para sombrear y refrescar calles y plazas en nuestro faulkneriano, largo y cálido verano; pero, ¿qué puñetas tienen que ver con la cutre arquitectura en la que tan pródiga ha sido y es nuestra ciudad desde los años 60? Pues pantallas verdes, amigo mío, pantallas verdes que ocultan el horror de la bazofia arquitectónica y hacen amables calles que sin ellos son un horror depresivo.

Todo para nada, lo sé. Lo talado a causa del descuido y el maltrato talado está. Pero quede por lo menos constancia aquí del desprecio de la mayoría de los sevillanos y las autoridades hacia los árboles. ¡Qué bestias!

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