Acaba un año que para el fútbol según Sevilla fue un más de lo mismo. Una repetición de lo que ha ocurrido en el último decenio. Aquel 2005 del Centenario del Sevilla y que resultó fantástico para el Betis fue el canto del cisne para éste y el aperitivo de la gloria para el rival. El Sevilla, que tenía apalabrado a Javier Aguirre hubo de renunciar a él tras perder la final de Copa con el Betis, lo que le dejaba sin cartel de cara al sevillismo.

Optó Monchi por Juande y amaneció un tiempo impensable para la entidad de Dato mientras que el eterno rival se quedaba fuera de cobertura. Y fuera de cobertura continúa, por lo que el balance de este bisiesto es un más de lo mismo, con la guinda de que el Sevilla se erigió en pentacampeón de esa Copa de la UEFA a la que rebautizaron disfrazándola de Liga. Un año más, por tanto, todo el brillo que quiera dársele a este balance anual es exclusivo del Sevilla.

En el Betis se desechó la opción de Juan Merino a pesar de haber enderezado un curso que no funcionaba y se apostó por un entrenador que no llegó a conectar con el bético. En el Sevilla se subsanó la marcha de Unai Emery con la llegada de un argentino que triunfó clamorosamente en Chile. Ni siquiera ese bagaje fue suficiente para el sevillista, que lo acogió con recelo, sobre todo por su estética, por su discurso y por hacerse acompañar de un técnico controvertido, Juanma Lillo.

El entrenador que no conectaba terminó cortocircuitado por la grada de Heliópolis, mientras que en Nervión se recogían velas y se entregaban a la labor de Jorge Sampaoli, el hombre que ha logrado que el Sevilla venza y convenza. Eliminado de la Copa el Betis, enero se presenta ilusionante a más no poder para el Sevilla en tres frentes que hasta parecen asequibles. Se va 2016 y a ver quién duda de que para el fútbol según Sevilla fue un más de lo mismo; ¿hasta cuándo?