La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Somos borregos

El manual del político al uso dicta que se anunciala actualización de los precios, nunca la subida

Los guantes ya no debemos llevarlos. Generan una percepción de seguridad, pero transportan los bichos de igual modo o más que una mano desnuda. ¿De la mascarilla qué les cuento? Nos han mareado estos dos meses sobre la idoneidad o inconveniencia de llevarla. Las normas para salir a la calle son un galimatías. Se autorizan los encuentros familiares en la fase uno, pero el mismo documento oficial, en el apartado de dudas generales, dice que se excluya a las personas vulnerables. Eso querría decir que los abuelos deben seguir siendo una población especialmente protegida. Pero el ministro Illa, representante inequívoco del mando único, no es coherente en sus declaraciones con lo que se refleja en los papeles oficiales. Después, si le paran por la calle queda usted al arbitrio del juicio del agente de la autoridad. Tómeselo con calma. Aplique sus criterios, si son restrictivos mejor. Porque ni ellos tienen claras las normas que dictan, o es que directamente no se las leen. A este gazpacho súmenle la necesidad del Gobierno autonómico de estar presente, de vender su gestión y de realizar los correspondientes anuncios. Más leña de la confusión a la hoguera de la pandemia. ¡Qué empeño en querer prometer lo que no se puede! Me traen loco con las playas. Unos las abren, otros las cierran. Nadie nos quiere decir la verdad. Con un 5% de españoles inmunizados estamos muy lejos de recuperar la normalidad, referida sea sin el adjetivo estúpido que simboliza la novelería de estos tiempos. No nos piden lo que nos deberían de pedir: paciencia y sacrificio durante bastante tiempo más. Es mejor distraer al pueblo con el sonajero de la playa y tachar de pesimista a cualquiera que ofrezca un análisis real de la situación. Se ha suspendido ya hasta la Velá de Santa Ana. Con el Gobierno andaluz admitiendo que todo el sector que vive de los hoteles y los visitantes está al borde de la ruina, y con los ministros de izquierdas arreando estopa contra los sectores claves de Andalucía (el turismo y la agricultura), lo peor es que no sabemos si podrá comenzar el próximo curso escolar en las condiciones habituales. De pronto las caracolas y la falta de aire acondicionado han dejado de ser un problema. De un plumazo desaparecieron las polémicas que marcaban el mundo de la Educación. ¿Alguien con autoridad nos va a decir que esto tardará todavía varios meses? El buenismo impide dar malas noticias. Ustedes saben la lección primera del manual del político al uso: mejor anunciar que los precios se actualizan a reconocer que suben. Las playas son el sonajero. Habrá más si esto dura, como todo indica que durará. Nos tienen que distraer hasta que haya vacuna o la denominada inmunidad de rebaño. Qué expresión más acertada, por cierto. Somos borregos. Adorables borreguitos que no aguantan una cuesta arriba.

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