RESULTA ahora que los efectos colaterales de las catenarias son múltiples y están creciendo en progresión geométrica. Ya no es la cuestión de lo que afean y de lo que perturban en la fachada catedralicia, sino que sus efectos son como un brazo que se alarga hasta donde ellas campan, y cada día surge una cofradía más que ha de buscar una alternativa en su paso por la Plaza Nueva. Dañinos efectos colaterales de ese engendro que ha venido a perturbar postales y tradiciones, la imagen de una ciudad en su zona más noble y su gran celebración. Parece que no satisfechos con los ataques a las cofradías mediante aquella infausta madrugona y los huevazos más recientes, lo de las catenarias no se quedaba en lo de la Avenida, que tiene remedio, sino en casi todo el puñetero trazado de un invento que va a conseguir que a esta Semana Santa no la reconozca ni la madre que parióý al de las catenarias. Qué espanto de catenarias..
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