BRUSELAS como punto estratégico para todo lo que se cuece en la vieja Europa. Aunque quien maneja los hilos de esa gran polichinela que es Europa vive en Alemania, la capital belga es la plaza donde se confirman las alternativas. Y allí se fue Zoido con su teatro ambulante para vender esa marca que tantos intentaron destruir sin éxito y que se llama Sevilla. En el Parlamento Europeo y con una troupe considerable, Juan Ignacio intentó venderle a la vieja Europa algo que es archiconocido. Y la prueba es que a pesar de los inconvenientes que suponen las calores y la desidia atávica, en Sevilla siguen concentrándose batallones de guiris para extasiarse con lo que va quedando de esta ciudad nuestra. Ni siquiera las fechorías perpetradas por vándalos vocacionales y profesionales, Sevilla deja de tener tirón. No obstante, nunca está de más enseñar el paño porque no todo el del arca se vende.
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