TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Lo bueno es que sólo quedan cuatro partidos

El estrepitoso ridículo del Betis anoche ante el Levante deja sin crédito a un gran entrenador

Decíamos ayer que en Orriols podía encontrar el Betis la última bala para la utopía de volver a Europa. Pero en el campo del Levante se fue al limbo esa bala y hasta la utopía, ya que lo que resta es la cruda realidad de un equipo cadavérico que le dará gracias al cielo porque sólo queden cuatro jornadas. Cuatro suplicios que harán interminable el curso para un Betis que parece que se puso las chanclas tras ser eliminado en Valencia.

Siempre le he dado mi apoyo a Setién porque creí en él y en su filosofía de juego. Un técnico capaz de dar un estilo personal a un equipo siempre goza de mi confianza, pero la situación se ha convertido en insufrible y ya no sé si el futuro ha de pasar por sus manos. Y lo siento en el alma sin haber tenido contacto alguno con él, que hay una gentuza tan malintencionada que basta que se crea en alguien para que esa gleba crea que todos son de su propia condición.

Orriols anoche significó un hito negro dentro de una trayectoria que se embarró también en Valencia con aquella dolorosa eliminación copera. ¿Y cuál ha sido la causa de un deterioro tan latente? No lo sé. En fútbol, un equipo que funciona tiene muchos autores, todos dan con la tecla de un éxito que cuenta con muchos padres, pero cuando ese equipo se desploma nadie es capaz de encontrar la causa. Por lo tanto, se impone una catarsis que evite vergüenzas como la de anoche.

Soy de los convencidos de que echaremos de menos un entrenador que haga jugar al Betis como ha jugado muchas veces en estos dos cursos, pero tal como está el ambiente, el cántabro no puede continuar. A partir de aquí se brindará con champán por los que le negaron cualquier virtud desde el día que llegó. Anoche fue todo muy triste para los que quieren que gane el Betis siempre, sea quien sea su entrenador, y la cara buena del drama es que sólo quedan cuatro partidos.

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