Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

El buldócer en el Polígono Sur

El comisionado Jaime Bretón quiere pasar a los hechos. Y necesita todo el apoyo ciudadano e institucional

Puede que Jaime Bretón haya encontrado algo inspirador en el Polígono Sur. Y eso es más que bastante para emprender una tarea que unos no entienden, otros la consideran estéril y a la mayoría -hay que decirlo- le importa un pijo. Así que lo primero que debe decirse es que Bretón necesita, porque lo merece, todo el apoyo. Empezando por el de los gobernantes municipales, autonómicos y estatales. Y también el de los ciudadanos. El de las administraciones es vital. El de sus paisanos es esencial.

Sus paisanos hablamos del Polígono Sur de oídas. Y ya se sabe lo que pasa tantas veces con lo que se dice. Sus paisanos, la mayoría a unas cuantas leguas del Polígono Sur, hemos decidido que con el Polígono Sur no hay nada que hacer. Estereotipamos la zona y a los que viven en ella los marcamos con un estigma. Es esa parte de la ciudad que tienen todas las grandes urbes. No toda la expansión hace florecer en el extrarradio higiénicas urbanizaciones de casas idénticas, donde nadie conoce a nadie y nadie se fía de nadie precisamente porque son todos iguales, todos piensan lo mismo, todos hacen lo mismo, todos hablan lo mismo, probablemente todos votan lo mismo y, por lo tanto, su ignorancia acerca del mundo y de la vida que tiene lugar más allá de sus setos, arriates, parterres, y vallados es la misma.

Así que Bretón ha abandonado su particular green zone, se ha remangado y se ha ido al sur -"que también existe", nos dice- de la ciudad dispuesto a que ésta, o sea, sus paisanos, vean y conozcan de verdad, porque "hay un Polígono Sur que Sevilla no ve". En efecto, la sociedad aséptica y sin embargo tan opinante prefiere observar desde lejos y acelerar en la avenida de Su Eminencia. Por si acaso. Y permanecer en su idea fija sobre el cocedero de violencia y miseria y delincuencia y depravación que es todo eso que ven desde el coche.

Bretón quiere acabar con esa visión. Desde los hechos. Con lo que le está ocurriendo a este país con las palabras, especialmente en el marco político, en el que tanto se habla para no decir nada y hacer menos, lo mejor es pasar a la acción. El nuevo comisionado del Polígono Sur ha visto un gran y grave problema -no es el único, desde luego- y ha propuesto una solución: esos bloques de hormigón vacíos que han derivado en búnkeres tan propicios para la versión más oscura y siniestra de la zona tienen que ir al suelo. Sin remisión. En el Polígono Sur tiene que haber cobijo y abrigo -como ya lo hay gracias a todas las personas que trabajan en él contra la exclusión y por la dignificación de sus habitantes- pero no escondrijos ni madrigueras. Suerte, señor comisionado.

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