Opinión - Manuel Campo Vidal

Manuel Campo Vidal

Se busca víctima política para este fiasco

Rajoy e Iglesias, en el punto de mira por bloquear el acuerdo de gobierno. El líder popular, por no saber establecer alianzas y callar a la espera de nuevas elecciones para renovar en su cargo; el segundo, por boicotear el pacto a tres.

Por todo este desaguisado de casi cuatro meses sin Gobierno, y lo que falta, alguien pagará los platos rotos. Se busca una o varias víctimas políticas porque estas tensiones no salen nunca gratis. En realidad, asistimos a la composición de la foto final del proceso, en su primera parte, para no salir con el cerrojo en la mano quienes bloquearon el acuerdo. Rajoy por un lado e Iglesias por otro.

Al primero le basta con decir que todo fue un despropósito de Sánchez porque él encabezaba el partido más votado, aunque de poco sirve su ventaja en diputados si no puede establecer alianzas para gobernar. Y está claro que no lo intentó. El segundo lo tiene más difícil porque todos saben -y Antonio Hernando lo recuerda a diario- que boicoteó el acuerdo desde el primer minuto. Por eso traslada la responsabilidad a sus bases en una consulta sobre el pacto a tres, con PSOE y Ciudadanos (C's), en la que ya ha advertido que si lo desautorizan, dimite. El pacto no sale adelante pero nadie quiere aparecer como responsable de haberlo dinamitado.

Así las cosas, o vamos a elecciones, salvo milagro imprevisto, o Sánchez acepta abstenerse, presionado, se supone que por Felipe González, para que gobierne el PP y C's. Buena parte de la izquierda indignada por esa salida cargará contra el PSOE y mirará a Iglesias como cooperador necesario, si no instigador, del fiasco. Éste se parapetará tras el referéndum a sus bases y Sánchez sabe que acabará su recorrido. O hay milagro o será la primera víctima del proceso.

Pero puede haber más porque, para abstenerse y dejar gobernar al PP, puede exigir la misma condición que parece que reclama Rivera: el PP gobernando sí, pero Rajoy no. El asunto es que éste entonces puede dar un paso al lado con generosidad, o negarse, como parece probable, buscando elecciones para enmendar su insuficiente resultado. Con una esperanza añadida: que la suma de diputados del PP el 26 de junio -ya que es posible que crezca algo- más los de C's -que previsiblemente subirá como reconocimiento a su esfuerzo por buscar la gobernabilidad- alcancen la mayoría suficiente para formar Gobierno sin necesidad de la cooperación pasiva del PSOE. Todo esto, y cualquier cosa hasta ahora impensable, puede suceder, porque cuando se fuerzan tanto las situaciones no se sabe por dónde puede aparecer la solución.

Entretanto, la economía española se debilita lentamente, en la opinión pública crece la indignación por la evasión fiscal de personalidades y empresas, como demuestran lospapeles de Panamá, y el descrédito de la política y las instituciones -un fenómeno mundial y no sólo español o europeo- se desborda. Los políticos siguen apareciendo con los banqueros en las últimas posiciones de cualquier encuesta de valoración de la ciudadanía. Incluso en Italia, cuando se incluyó entre las profesiones sometidas a consideración popular a mafiosos y prostitutas, quedaron por encima de los políticos porque, a juicio de la ciudadanía, "por lo menos no ocultan a lo que se dedican". Así lo afirmó en Barcelona esta semana el profesor Manuel Castells en la presentación de su último libro.

En España, por lo menos, dos de las principales empresas del Íbex han aportado elementos de seriedad y solvencia, lo que siempre es esperanzador: Telefónica al proceder a una sucesión ordenada de su máximo directivo -César Alierta deja el mando de la compañía a Álvarez-Pallete- tras convertir la entidad en una de las empresas de telecomunicaciones más importantes del mundo; por otro lado, Iberdrola, comandada desde hace 15 años por Ignacio Sánchez Galán, ha pasado a ser la primera eléctrica de Europa, la que más energía renovable produce en el mundo y la que está en mejores condiciones para seguir creciendo. Presente en cinco países (España, Escocia, Brasil, México y EEUU), Iberdrola paga una alta cifra de impuestos a esos gobiernos sin artimañas de paraísos fiscales. Sánchez Galán pidió en su junta de accionistas a los políticos de esos cinco países estabilidad para trabajar. El que quiera darse por aludido acertará.

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