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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

De la cabra del PSOE a la vaca del PP

Si Calígula nombró senador a su caballo, ¿por qué no habría Moreno de dialogar con un mamífero?

Alguien que se pone delante de un toro merece todos los respetos. El toro es bravo. Y la bravura es el instinto de morir luchando. Delante del toro se juega uno nada menos que su integridad. Y eso es cosa seria. Alguien que se pone delante de una vaca, dialoga con ella y le pregunta su sentido del voto inspira, cuando menos, mucha ternura. La ternura es un sentimiento estudiado por psiquiatras tan solventes como Jaime Rodríguez Sacristán. La política actual adolece de la falta de humanidad tanto como de ternura. Está endurecida, embarrada, simplificada y es víctima de los planteamientos simplistas. Quizás por eso la imagen de un líder político de tertulia con una vaca genera paz, pero una paz con muchas zetas largamente pronunciadas, como si el término saliera de la boca del avieso Zapatero. Nada que ver con el sentimiento que generaba Alfonso Guerra ("¡Dales caña!") cuando sacaba la cabra de la prepotencia en tiempos de elecciones. ¿Recuerdan? Guerra presumía de que el PSOE ganaba en Sevilla y en toda Andalucía incluso presentando a un ejemplar de mamífero tan preciado. La cabra socialista era la representación del rodillo. Pero la política evoluciona. Aquel PSOE se nos fue como el Bazar Victoria, el Bar Flor y el Palacio de los Sánchez-Dalp. Hay una Sevilla que se marchó envuelta en celofán. Y en ella está el PSOE de la cabra. De Guerra a Moreno Bonilla. De la cabra a la vaca. De aquellos mítines socialistas que disfrutamos con los muchachos de No me pises que llevo chanclasen el Pabellón de San Pablo de los años noventa, al show del gran Moreno Bonilla con La Guerra las Galaxias. Yo mañana voy con la vaca, animal mucho más simpático que la cabra. Hoy es un día para reflexionar sobre la vaca, sus hábitos, su estilo de vida, su alimentación, su carta de derechos y obligaciones, su convenio... También es un día para meditar sobre la cabra que perdimos. ¿Cuándo se nos jodió la cabra, Alfonso? ¡Cómo hemos cambiado!, como le dijo La Que Manda en el PSOE a Juan Marín en el primer debate al evocar la letra de Presuntos Implicados. Se han reído de Moreno Bonilla porque hablaba con la vaca. La risa es el desprecio de quienes no ven más allá. La vaca es quizás lo más importante que ha ocurrido en la campaña electoral de la que sólo el paso de los días nos ha librado. Calígula nombró senador a su caballo. Jesús Gil hablaba con Imperioso en la Marbella del dispendio. Y Moreno Bonilla dialoga con una vaca en la Andalucía imparable. No negarán que la campaña ha estado marcada por la ternura. No se rían. Si lo hacen serán peores personas. Y sean optimistas. La tercera modernización de Andalucía era esto: la evolución de la cabra a la vaca.

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