UN informe de la Policía Municipal al que ha tenido acceso este periódico revela que el 19 de diciembre, 18 días antes de la Cabalgata de los Reyes Magos, una patrulla de agentes hizo el mismo recorrido del cortejo de la ilusión y lo grabó en vídeo. En el informe elevado a sus superiores, los policías advirtieron de tres anomalías. Dos estaban referidas a la calle Felipe II y una a la Avenida de Miraflores, de las que se decía: "El alumbrado está muy bajo y podría rozar alguna carroza". Y, como toda Sevilla pudo comprobar en la tarde del 5 de enero, la Policía Municipal no falló en su apreciación sobre lo que podía ocurrir, pues acabó ocurriendo en la calle Felipe II, y, para mayor escarnio, el riesgo se materializó -entre otras- sobre la carroza del delegado de Movilidad, Francisco Fernández, que encarnaba al Mago de la Ilusión y de cuya macroárea depende en última instancia la Policía Municipal que había dado la alerta previa. Aquella imprevisión acabó causando un enorme retraso en la primera parte del recorrido del cortejo y el enojo de decenas de miles de sevillanos que, con sus hijos pequeños de la mano o sobre los hombros, debieron aguantar de pie en las calles mucho más tiempo del que tenían previsto. Además, el modo chapucero y peligroso en que hubo que proceder a levantar los cables eléctricos (nació entonces la figura del bombero-pertiguero) para permitir el paso de las carrozas, y la misma incidencia proyectó en toda España a través de los telediarios en un día de baja intensidad informativa una triste imagen de Sevilla y de su capacidad organizativa. La teoría de la caída de un perno lanzada desde el Ayuntamiento -y la posterior de Torrijos sobre un sabotaje- para explicar el suceso no parece verosímil: en tal caso, los cables se habrían descolgado en un lado de la calle y quedado inclinados, pero aparecían totalmente rectos. Y si se hubieran caído todos los pernos, los cables habrían caído también por completo al suelo, y no fue el caso. Tras conocer el informe de la Policía, lo que se desploma es la versión oficial del perno: fue una cortina de humo para encubrir que se hizo caso omiso al aviso de los agentes. ¿Quién vigila al vigilante?

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