Incógnitas para todos los gustos tras hacerse público el calendario de la temporada. Incógnitas que provienen de la situación que vivimos y que se han incrementado con la amenaza de Tebas sobre derrota de los equipos que no cuenten con tres futbolistas útiles. Incógnitas sobre el cómo, el cuándo y también el porqué a rebufo de un calendario que ha visto la luz cuando en tiempos de normalidad auténtica ya llevábamos dos jornadas o tres.

¿Se jugarán todos los partidos en la fecha fijada? ¿Arrancará el curso en el fin de semana que indica el calendario? ¿Cuántos equipos sufrirán algún 0-3 administrativo a lo largo de la campaña? Lo del 0-3 es preocupante, pues el repunte del coronavirus ha hecho que proliferen los contagios y raro es el equipo que cuenta con todo su plantel a tope. Y luego, lo de la puñetera asimetría que ya viene del curso anterior y que, como el cambio horario, no está bien explicada.

Ese calendario asimétrico obliga a llevar el calendario en el bolsillo cuando antaño se llevaba en la mente por cuestiones meramente miméticas. Aquello de que el Betis coge los que deja Fulano y el Sevilla los que deja Mengano te servía para llevar el todos contra todos en la cabeza. Era, incluso, mucho más creíble, ya que este calendario a gusto del consumidor, preferentemente Madrid y Barça, da un tufillo a amaño que contribuye a quitarle fiabilidad a la cosa.

Como novedad en este año de pandemia y crujir de dientes tenemos el que no se le ha dado la importancia de ver dónde Betis y Sevilla juegan el Domingo de Ramos, ni dónde en plena Feria. Total, como ya todos nos tememos de que no habrá una sola fiesta un año más, ¿para qué averiguarlo? En fin, que mes y medio más tarde de lo previsto, calendario habemus, con su asimetría tan a la moda y con su cargamento de incógnitas que se aparecen ciertamente inquietantes.