Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Del calendario y las lesiones

El afán de hacer caja lleva a exprimir a unos futbolistas que son criticados luego por cobrar de lo que generan

POCAS veces, por no decir que ninguna, se han registrado tantos percances en este tiempo previo de Mundial. Demasiados futbolistas se quedaron en la cuneta por lesiones de última hora y otros muchos van a la competición en tenguerengue, a ver si se recupera alguno y otros, como Drogba, esperando una especie de milagro, que ya sería milagroso que un delantero tan expuesto a colisiones vaya con el cúbito roto. La penúltima, esa lesión de Nani, el hombre que celebra sus goles para el United a golpe de capoeira, con el hombro hecho puré por un mal aterrizaje tras una chilena que, según dicen, no venía a cuento.

También anda entre rezos a la espera de una intercesión celestial Robben, al que se le descorrió la cremallera femoral a causa de un taconazo durante un ensayo. Tras la primera criba llega la del día a día, la que pasa factura en cada entrenamiento después de un año cargado de partidos, con un calendario inhumano por mucho dinero que cobren los futbolistas. Y es que por ahí es por donde está el quid de la cuestión, en el afán de hacer caja de las distintas federaciones. Eso conlleva a una compresión de los calendarios que hace que el futbolista llegue a la meta con una fatiga, tanto muscular como anímica, que es la causa principal de lesiones tan inoportunas.

Y como de hacer caja es de lo que se trata, y como la única manera de obtener tan pingües beneficios es exprimir al futbolista hasta que éste no dé más de sí, pues resulta difícilmente comprensible que haya personajes que se rasguen las vestiduras con lo que esos exprimidos van a percibir en caso de éxito. Creo que fue Llamazares, el de Izquierda Unida, el primero en clamar contra lo que considera un dispendio indecente. Cierto es que chirría que un veinteañero se lleve cien millones de pesetas si gana el Mundial, pero es que ese mismo ha generado el doble. Total, ¿no se lleva Belén Esteban doscientos kilos por decir que por su hija mata? ¿Y quién no mata por un hijo?

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