Tenía que pasar, no podíamos evitar que el verano en toda su crudeza se hiciese realidad para habitar entre nosotros. Lo decíamos el otro día, y es que cuando el calor se feminiza y se convierte en la calor, madre la que se nos viene encima. Saltó el levante y ya está el lío bien servido, se desertizan las terrazas y ay del establecimiento que no tenga a punto el hitachi. No es posible vivir sin el aparato de aire acondicionado a mano y resucitan los recuerdos de aquella Sevilla huérfana de esos artilugios. En aquel entonces sólo la refrigeración Carrier en los cines y en la recién inaugurada cafetería Vía Véneto ejercían de oasis en los que protegerse de la calor. En aquellos cines de sesión continua algunos dormían la siesta de cinco a siete para ver la película en la sesión de siete a nueve. Y de noche hasta regar la cama era un recurso, pero es que cuando el calor es la calor...
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios