MAÑANA, lunes para más señas, celebra la Iglesia la festividad de San Lorenzo, que fue asado en una parrilla, motivo por el que el 10 de agosto es, en teoría, el día más caluroso del año. No parece que hogaño vaya a ser así, pues la competencia le ha salido dura en este verano de mercurios disparatados. Los expertos, esos que suelen dárselas a la perfección a la hora de justificar los pronósticos erróneos, hablan de un descenso considerable de las temperaturas y así debe ser. Lo que hemos sufrido en el penúltimo tramo de la semana para nosotros se queda y con un techo panza de burra que parecía intentar aplastarnos contra el asfalto. Además esa timorata llovizna de barro que contribuía a darle carácter de castigo bíblico a la situación. Motivos más que suficientes como para que este año San Lorenzo apenas tenga opciones de luchar por su título.