TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

De dos cambios a tres y ya iremos por cinco

Medida humanitaria, sin duda, pero que le da al partido un toque de torneo veraniego

Tendrá mucho de una de esas sueltas de palomas con que se calificaban los relevos en masa cuando los torneos veraniegos. Un suplicio para llevar correctamente la ficha técnica en aquellas noches de inquietud por cómo se echaba encima la hora de cierre de la edición. Los cinco cambios que se prevé rijan en la reanudación liguera tienen mucho de humanitario, pero contribuye a desvirtuar el partido a fuer de suavizarlo.

Recuerdo una conversación de las muchas que sostuve con Antonio Barrios en su tercera etapa bética. Llegó sustituyendo a Miguel, el que fuera extraordinario extremo diestro del Atlético de Madrid y entrenador que se entretuvo en machacar físicamente al plantel verdiblaco. El hombre no sacó a escena el balón hasta la treintena de días de una pretemporada de cuarenta grados a la sombra, pero vayamos a lo que opinaba Barrios de unos relevos implantados en aquella 69-70.

No comulgaba el vasco con aquellos cambios en medio del partido, "pues siempre, decía, el entrenador que cada aficionado lleva dentro me criticará el cambio que no salga a su gusto. Si las críticas ya son copiosas, ahora se le da varias oportunidades más al espectador". Hasta entonces no había relevos y se veían goles del cojo, futbolistas con un brazo en cabestrillo y así infinidad de cosas que hacían que el fútbol tuviera un plus de sacrificio que se intentó paliar aquel año de 1969.

Primero fueron sólo dos cambios, luego tres, recientemente un cuarto en caso de prórroga con los cambios hechos y ahora provoca la pandemia que se eleve a cinco. ¿Demasiados? Aparentemente sí, pero las circunstancias son las que son y jugar cada tres días impele a aliviar el esfuerzo. Una anormalidad más en esta nueva normalidad junto a la ausencia de público en las gradas y que le da al partido un aire fantasmagórico indudable. Claro que mejor esto que nada.

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