DEJÉMONOS de conspiraciones judeo-masónicas, de contubernios de Múnich y demás zarandajas y avancemos de una vez por todas por el camino recto. Dejémonos de hablar de cacicadas, de persecuciones y de que si el presidente de la Federación Española -que sí, que es muy malo- dirige o no tal o cual sanción porque lo que quiere es el mal del Betis y del fútbol de toda Andalucía. ¿Por qué nadie analiza que un jugador de fútbol estuvo a punto de perder un ojo debido a que un energúmeno le lanzó una botella desde una grada del estadio Manuel Ruiz de Lopera? Dos partidos de sanción a puerta cerrada. Se antojan pocos, dada la gravedad de los hechos y la reincidencia de un club que, año tras año, se asoma a las pantallas por incidentes de este tipo, ya sean botellas, bengalas o invasiones de campo.

Otra cosa, y ahí sí lleva razón el Real Betis Balompié, es la novedad que el Comité de Competición se sacó de la manga para dar por finalizado el partido cuando aún quedaban más de 20 minutos para el término del mismo. Si bien la UEFA sí acostumbra a recetar este tipo de sanciones -con 0-3 incluido para el equipo culpable de los hechos, como en el Dinamarca-Suecia-, en España nunca se había producido un hecho similar. Una decisión que, incluso, va en contra del buen sentido del deporte, ya que, por mucho que un animal tirara una botella, impide a un equipo intentar conseguir la victoria dentro del terreno de juego, que es donde se deben decidir los partidos. No en las gradas ni en los despachos.

Y es en esa línea en la que debe incidir el Betis, dejando de lado conspiraciones, filias, fobias y presuntos odios ancestrales. Además, si tanto se queja ahora el consejo de administración del Real Betis Balompié de la gestión de Ángel Villar, que hubiera reprobado su gestión en la Asamblea de hace 15 días. Pero ahí, claro, había que salir en la foto.