Las dos orillas

José Joaquín León

La capitalidad de Sevilla

EN Semana Santa, y en Feria, es cuando más se nota la capitalidad andaluza de Sevilla. Una capitalidad no se ejerce por decreto ley, no existe realmente porque Pepe Griñán tenga ahora su sede en la Casa Rosa, si bien algunas instituciones, como el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía se encuentran en Granada, y algunos querrían que la Consejería de Turismo estuviera en Málaga y otras repartidas por ahí. La capitalidad se ejerce por la vía de los hechos consumados, porque al final la realidad es la que manda.

En estos días de Semana Santa, Sevilla ha ejercido, un año más, su capitalidad. Si se hiciera un análisis sociológico de las bullas, si se preguntara "¿ustedes de dónde son?" a los que están una noche de Martes Santo en la Puerta de Jerez, probablemente veríamos que una parte considerable son sevillanos, pero otra parte asimismo considerable no lo son. ¿De dónde han venido? Hay de todo, incluso japoneses. Pero la mayoría de los que no son sevillanos son del resto de Andalucía. Son de la propia provincia de Sevilla, de Jerez, de Cádiz, de Huelva, de Córdoba y hasta de Málaga. Porque es tradición entre los capillitas de otras ciudades venir al menos un día de la Semana Santa a Sevilla, así como al menos una vez en la vida se debe ir a Jerusalén, a Roma y a Santiago, o a La Meca para los que sean musulmanes.

Vienen a Sevilla porque hay que venir, porque es la capital de la Semana Santa, no porque lo diga Griñán, que tira mucho para Córdoba, o Monteseirín, que ya da igual para dónde tire. El ejercicio de la capitalidad cofradiera ni siquiera se busca, está ahí, con naturalidad, con el peso de la realidad, que es cómo se va configurando la realidad misma. Cuando se intenta imponer algo, no siempre da buen resultado. Por ejemplo, en Sevilla se ha intentado imponer la bicicleta porque sí, como medio de transporte ideal. Y es indiscutible que ha aumentado su uso, ¿no va a aumentar si está la ciudad repleta de carriles bici? Pero en Semana Santa a nadie se le ocurre ir con su bicicleta al meollo de una bulla. Y en la Feria, con la papalina en lo alto del sillín, tampoco es muy recomendable la bicicleta. En Semana Santa y Feria son más útiles los autobuses de Tussam, como toda la vida, siempre que no estén en huelga, se entiende. O incluso el Metro, para quien pueda y lo tenga cerca de su casa.

La capitalidad no es un papel, ni unas prerrogativas a la hora de trincar subvenciones oficiales. Es algo que se es, o no se es, como tantas cosas en la vida. En Semana Santa, y también en Feria, nadie duda de cuál es la capital de Andalucía, ni hay revanchismos, o rivalidades como en el fútbol. La Semana Santa, como la Feria, es un motivo de cohesión andaluza, para que luego digan.

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