NO me parece coherente gastarme 30 euros en un pantalón, 50 en unas botas o 60 en un bolso, y racanear con lo que me pongo en la cara. La ropa puede durar una, dos o cinco temporadas; pero esta cara es la que tendré toda la vida, y quiero cuidarla.

Es el planteamiento que hace tiempo manifestó una conocida bloguera británica, Zoella, que a sus 25 años tiene claro que el cuidado de la piel es fundamental desde joven. Es verdad que ella está en posición privilegiada porque muchos de los productos que muestra se los regalan para que hable de ellos en su plataforma, pero también es verdad que se los regalan una sola vez, cuando los lanzan, y que si realmente los quiere seguir usando, es ella la que va a la tienda y lo paga con su dinerito.

Y lo cierto es que, al margen de posibles objetivos encubiertos, la afirmación de Zoella es de lo más acertada.

Ahora que se está produciendo ese bucle espacio temporal consumista que es la concatenación del Black Friday, Ciber Monday, compras de Navidad, Reyes Magos y (oh cielos, ya están aquí, ahora) las rebajas, es el momento de hacer propia la reflexión.

No hay problema en abrir la cartera para llenar la bolsa de camisetas, zapatos y chaquetas, pero como el exfoliante, agua micelar, sérum o crema protectora tengan un precio que supere el de una blazer, volvemos la vista a Mercadona para compensar el gasto en textil con cosmética barata. Y eso es un error. Tanto para hombres como para mujeres. La clave es sustituir el concepto 'cosmética' por el de 'cuidado de la piel'; en un entorno cada vez más adverso, con el sol pegando fuerte por el deterioro de la capa de ozono, y los altos niveles de contaminación, las 'cremitas' dejan de ser un tema femenino para convertirse en un tema de prevención.

De lo contrario, lo mejor que puede pasar es que en unos años tengas la piel tiesa y con grietas. Así como ese vaquero que te acabas de comprar en las dichosas rebajas.

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