Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Las dos caras del Betis

Con un infame sistema defensivo, la tropa de Víctor pasó de ser un pelele a merecer ganar

Fue como si la moneda quisiese mostrar sus dos caras, una especie de alfa y omega, de haz y envés. Así la imagen que el Betis daba en la matinal dominguera ante el Celta. Un arranque abominable, persiguiendo sombras, como espectador en lugar preferente del chorreo de fútbol que daban los gallegos para escarnio de una afición inasequible al desaliento. Era la enésima frustración y el argumento ideal para los que anhelan un cambio en la cúpula.

Donk deambulaba sin nervio, Petros iba y venía sin saber adónde ni de dónde, Ceballos no salía de la estupefacción al contemplar el balón como si fuese un ovni (objeto volador no identificado) y la defensa era lo habitual, una aduana sin vigilancia. El Betis se desangraba y el efecto del cambio de entrenador parecía diluido y definitivamente amortizado. Era, en síntesis, una hemorragia que iba dejando al Betis sin sangre ante la mirada incrédula de su fiel clientela.

Un penalti absurdo de Fontás fue como un toque a rebato que cambiaría las cosas de forma espectacular. Y eso de irse al descanso con tablas cuando la cosa pintó irremediable hizo que el equipo saliese cambiado tras el descanso. Desalojar a Cejudo de la defensa y quitar un central fueron los cambios de Víctor y éstos surtieron efecto, pero la mutación decisiva fue de mentalidad para dejar de perseguir sombras infructuosamente e ir al abordaje con raza y fútbol.

La peor imagen del curso pasó para que asomase la mejor desde que esto arrancó. Levantó el partido, hasta disfrutó de ocasiones para dejarlo resuelto y estar a expensas de que aflorase nuevamente su fragilidad en retaguardia. Y la remontada se quedó en un tropiezo más como local, en un empate que todos hubiesen firmado en el primer tiempo, pero que supo a muy poco en la continuación. Y es que con un sistema defensivo así resulta complicado estar contento.

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