PARECE, da la impresión, que una vez más hemos estado confundiendo la realidad con el deseo. Ya públicas las sentencias del espectacular caso de corrupción que es el caso Malaya, una sensación de frustración se ha enseñoreado del pueblo. El pueblo, que somos todos, asistía a una ceremonia de podredumbre con ganas de que todo se resolviera según aparentaba. La apariencia era, insisto, la de que estábamos ante una montaña de basura que la Justicia iba a encargarse de desbrozar. Pero no era así y ésa es la impresión que se saca tras ver unas sentencias que al común de los mortales le han parecido cortitas con sifón. Pero la Justicia habló y quizás las expectativas se habían desmesurado. Y tras esta constatación, el pueblo, que somos todos, se pregunta si en el muy pestilente asunto de los ERE no pasará un más de lo mismo para que de la instrucción al hecho...