la ciudad y los días

Carlos Colón

El caso de la calle Feria

LAS primeras informaciones sobre la ocupación de un edificio de la calle Feria eran medias verdades o mentiras enteras. Cuidado con la demagogia, porque es contagiosa. Cuidado con quienes -sean individuos o movimientos- están tan convencidos de la justicia de su causa que se sienten autorizados a vulnerar las leyes y pisotear los derechos. El edificio, contra lo que se ha dicho y publicado, tiene propietarios privados y no pertenece a una entidad bancaria. La empresa propietaria no está en quiebra y tiene al día sus pagos con la entidad que ha financiado las obras. Éstas están terminándose -se trabajó allí hasta el pasado miércoles- y el edificio no está abandonado, sino a la espera de que tras la finalización de los trabajos de adaptación lo que iban a ser cinco viviendas se convierta en un hostal.

Pero aunque no fuera así, aunque la empresa hubiera quebrado, las obras estuvieran paradas, el edificio no tuviera definido su futuro uso y fuera propiedad de un banco, nadie está autorizado a asaltarlo. La culpa de los bancos, que existe; la sinvergonzonería de operaciones como las de las preferentes, que son ciertas; la especulación del ladrillo, que se ha dado; las abusivas condiciones de las hipotecas otorgadas sin las debidas garantías, que han sido reales; todo lo que se quiera decir de la rapacidad de unos o la falta de escrúpulos de otros es cierto. Pero no justifica la ocupación de edificios o el asalto a supermercados.

Casos duros, durísimos, hay muchos. Las injusticias son incontables. La desigualdad en el reparto de las cargas de la crisis es escandalosa. Razones para protestar e indignarse sobran. Pero la respuesta a la grandes vulneraciones de la ley no es cometer pequeñas vulneraciones, las grandes injusticias no justifican las pequeñas y los sufrimientos o apuros sufridos por los más desfavorecidos no autoriza a hacer sufrir o poner en apuros a quienes luchan cada día para sacar a flote sus negocios.

Como es el caso de esta empresa sevillana que ha visto ocupada su propiedad y, lo que aún es más duro, ha tenido que sufrir que en las primeras 24 horas muchos medios dieran por buenas las razones de los okupas sin ponerse en contacto con ellos para contrastarlas. Oigo al administrador de la empresa en los informativos de Giralda TV y la Ser, quejándose de la indefensión en la que se ha encontrado. Tiene razón.

Los medios deben ser críticos y denunciar los abusos. Pero no pueden convertirse en altavoces que transmitan las consignas y desinformaciones de movimientos peligrosamente convencidos de que pueden ignorar o violar las leyes en nombre de una justicia superior.

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