La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El encanto de un bazar de toda la vida
Estaba la multitud en la plaza de la Virgen Blanca esperando que el Celedón bajase y una imagen tan multiplicada por los telediarios era un motivo doloroso para la nostalgia. Se le daba el pistoletazo de salida a la gran fiesta de Vitoria, Gasteiz para la gran confusión en los cartelones informativos de Tráfico, y en el gran jolgorio una ausencia inexplicable, la de las corridas de toros. Con lo que Vitoria fue en el calendario taurino y he ahí cómo el sectarismo antiespañol le ganó la partida a la afición alavesa. Vitoria era el cordón umbilical que unía en la campaña del Norte a Pamplona con Bilbao. Los dos grandes puertos de montaña se suavizaban con un toro menos aparatoso y ese tránsito lo protagoniza hoy Santander, pero desapareció Vitoria y recemos lo que sepamos para que no ocurra lo mismo con Bilbao.
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