Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El centro como espejo de la crisis

Los cierres de comercios y bares en el centro reflejan la profundidad de la crisis que ya vive Sevilla

El coronavirus maldito le está pegando tal paliza al centro de Sevilla que veremos a ver cómo sale. Desde que hace ya cuatro meses el Gobierno decretase el estado de alarma, las calles se quedaron desiertas y los comercios y bares echaron la persiana, las cosas han ido muy mal y la vuelta de la actividad, sólo de cierta actividad, no las ha arreglado. Cada día son más los locales que cuelgan carteles de se alquila y muchos bares esperan que en septiembre mejoren las cosas para abrir porque con las condiciones actuales es imposible asegurar un mínimo de rentabilidad. Hay calles como San Eloy u O'Donnell por las que da pena pasear, de otras como Francos o Álvarez Quintero mejor ni hablar. Pero quizás lo más grave es que la plaga empieza a extenderse por las más emblemáticas del comercio local, como Tetuán y Sierpes, en las que ya se empieza a hablar de locales grandes que se van a quedar vacíos y de otros más pequeños que no encuentran inquilino ni bajando los precios en una de las zonas que hasta hace poco figuraba como una de las más caras de España, compitiendo con las más renombradas de Madrid o de Barcelona.

El temor al contagio y el teletrabajo -todavía son muchas las oficinas que mantienen a sus empleados trabajando desde sus casas- han quitado a muchísima gente de la calle y, por el ritmo que llevan los acontecimientos, no parece que la cosa vaya a durar poco. Ahí están los datos de la empresa de autobuses urbanos o del Metro, aunque basta también darse un paseo por el corazón comercial de la ciudad para darse cuenta de que está ostensiblemente vacío.

El presidente de la Junta de Andalucía ha dicho en diversas ocasiones -la última esta semana en la presentación del Anuario Joly- que la región se enfrenta a la crisis más grave de su historia reciente. Las diferentes estimaciones que vienen realizando agentes económicos como los servicios de estudio de Unicaja Banco o del BBVA o la propia Consejería de Economía así lo hacen ver. Nos esperan por delante meses difíciles que se prolongarán aún más si el temido rebrote obliga a tomar medidas más severas de confinamiento, como ya pasa estos días en Cataluña y Aragón. El comercio y la hostelería son ahora el termómetro más sensible de esa crisis y el centro de Sevilla nos habla no sólo de que hemos perdido el turismo como fuente primordial de ingresos, sino del propio repliegue de los sevillanos y de sus temores a los malos tiempos que ya están aquí vayan a durar más de lo que se esperaba. Los cierres de los comercios y de los bares son el espejo en el que se está mirando una ciudad que va a tener que hacer un esfuerzo importante para recuperar su pulso.

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