La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Las tatas del poder
En estos tiempos en que sabemos de todo, menos como arreglar los problemas, hay dos cosas de las que desconocemos de qué están hechas, o lo que es lo mismo, cuáles son sus ingredientes: la fórmula de la Coca-Cola y el humor. Hace décadas se paseaba por los medios de comunicación latinoamericanos un individuo que se jactaba de haber ideado unos polvos que, si se disolvían en una Pepsi, lograban que su sabor fuera idéntico al de la Coca-Cola. Y lo demostraba ante la euforia de quienes le preguntaban de que servía tan increíble hallazgo; a lo que él, apesadumbrado, contestaba que eso no era lo importante, sino que había encontrado el “ingrediente secreto”, que por supuesto no estaba dispuesto a dar a conocer. El mundo hace mucho que tiene a su alcance el disfrute de cualquiera de las dos bebidas, por lo que no parece algo relevante saber cual de las dos es más dañina para nuestro sistema celular y nos basta si al consumirlas nos alivia momentáneamente la sed. Pero ¿cuál es el ingrediente esencial del humor? ¿Qué nos hace reír y por qué? Porque, aunque nazca del dolor lo que nos divierte no nos aleja de la realidad durante unos instantes, sino de la amargura y la falta de esperanza. La comedia no es un refresco azucarado que nos agujerea el estómago, sino que nos protege de los dramas de la vida y nos ayuda a superarlos, porque nos recuerda que es posible hacerlo. Los estudiosos del tema dicen que reduce el estrés, mejora al cerebro y ayuda a ser feliz. Y como factor para comunicarnos, favorece el decir verdades, provoca la autocrítica y rompe las barreras.
El humor es algo muy serio. La cantautora Thalía Zedek aconsejaba no fiarse de aquellos sin sentido del humor. Y para tenerlo se necesitan algunos ingredientes esenciales. El más importante de todos ellos consiste en saber reírnos de nosotros mismos, conscientes de que ninguno ha construido las pirámides solo, ni nuestras opiniones están talladas en las tablas de Moisés cual dogmas inamovibles. Carecemos de importancia. Los chulos son patéticos, no divertidos, y sólo se ríen de sus propios chistes. El segundo elemento relevante es la sorpresa. Lo repetitivo aburre. Lo inesperado emociona. Los Oscars y los Goyas nunca los ganan las comedias. Ocurre lo mismo con la Literatura, la música y otras artes. Parece que sólo se puede trascender a través de lo dramático. Se equivocan, en este mundo crispado en que vivimos, no hay nada más transgresor que una sonrisa sincera y noble. Esa es la auténtica chispa de la vida.
También te puede interesar
Lo último
Congreso de Hermandades
El spot que anuncia la presencia de la Esperanza de Triana en el II Congreso de Hermandades
Junta general extraordinaria del Sevilla
Y nadie se baja del burro