LA semana grande de la ciencia que ha vivido Sevilla gracias al Congreso Mundial de Bioquímica y Biología Molecular debe ser un estímulo para investigar más y mejor en los laboratorios, y también para hacerse notar más en la sociedad y en la política de una ciudad que es capital de Andalucía. Tienen que coger la costumbre de ser proactivos para debilitar los muros de la ignorancia, de la indiferencia y de la endogamia. Para influir, por ejemplo, en la iniciación a los niños en la experiencia científica desde su periodo en las guarderías, y ya sin interupciones a lo largo de todas las edades del sistema educativo, según postuló ayer en la clausura del congreso una figura tan cualificada como Bruce Alberts, presidente de la Academia de Ciencias de Estados Unidos. Y para reequilibrar el sesgo de la sociedad sevillana, haciendo valer su verdadero peso específico, cuantitativo y cualitativo. Lo ignora el vecindario por falta de información, por ausencia de iniciativas que contribuyan a visualizar su dimensión real. Instalarse en el silencio solo conduce a autoflagelarse .

Jóvenes y veteranos han de doctorarse en la ciencia de hacerse notar. No me refiero a la de convertirse en figurones expertos en vender humo y dar abrazos, que algunos hay en nuestras universidades. Se trata de recobrar todo el terreno cedido en la configuración de la opinión pública. Terciando para que a la sociedad no le den gato con liebre en muchos temas. Promoviendo que lo científico sea una constante de la contemporaneidad de Sevilla. Con propuestas constructivas y con críticas razonadas. Rebelándose contra el conformismo y el aldeanismo que anidan en el sistema universitario andaluz para imponer un falsario y ruinoso café para todos.

Salgan a la palestra para rebatir una respuesta de tanta pobreza matemática y nulo reformismo como la formulada ayer en Fibes por la secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela: "no se puede hacer nada más porque el presupuesto es el que es". Expliquen que por ahorrarse la peseta, perdemos el duro.