La ciudad y los días

Carlos Colón

Los cines Trimalción

Las salas de cine convertidas en el banquete del nuevo rico Trimalción de 'El Satiricón' de Petronio

Leo: "Llega el cine de lujo para recuperar espectadores". Y me alegro imaginando que regresa todo lo que habíamos perdido: una o dos taquillas para cada sala, y no dos o tres para diez o veinte; cines independientes, no incrustados en centros comerciales; vestíbulos de hermosa arquitectura; salas tan bellamente decoradas que parecen teatros; grandes pantallas con cortinas o telones que se descorren cuando va a comenzar la proyección en una oscuridad tan absoluta que se hace necesario el regreso de los acomodadores con sus linternas; total ausencia de productos bebibles o masticables… En fin, el lujo que proporcionaban las grandes salas de estreno sevillanas como el Coliseo, el Lloréns, el Cervantes (único superviviente), el Pathè, el Imperial o el Palacio Central; y muchas de reestreno como el Delicias, el Emperador, el Nervión, el Juncal, el Astoria o el Goya. ¡Ya estamos con la nostalgia y el llanto por los cines que perdimos! Pues sí. Pero esta vez consolado por el retorno modernizado de aquellos palacios del ensueño.

Además de alegrarme por tan buena noticia también lo hacía porque me permitía escribir un artículo cascabelero, alegre y optimista que contradiga la acusación de pesimista -con tanto fundamento él para hacerla como yo para serlo en no todas pero sí en muchas cuestiones- que ayer me hacía un amable lector. Pero sigo leyendo, cosa que no siempre debe hacerse si no se quieren perder las ilusiones. Ya decía el Eclesiastés que en la mucha sabiduría hay mucha angustia y que el conocimiento aumenta el dolor. Sigo leyendo, pues, y me entero de que el lujo consiste en grandes asientos reclinables y muy separados entre sí… ¡y "una amplia oferta gastronómica"! En efecto las butacas incorporan unas bandejas para que se consuman durante la proyección, no sólo refrescos, palomitas o patatas fritas, sino embutidos, vinos, cócteles y raciones variadas de diversos manjares. Un comedor romano con sus triclinios que convierte las salas de cine en el banquete del nuevo rico Trimalción de El Satiricón de Petronio. Tiempos decadentes los suyos y los nuestros. Fellini -que tan admirablemente puso en imágenes la obra de Petronio- lo supo interpretar como nadie a través de ese cuadríptico de la decadencia formado por La dolce vita, Satyricon, Il Casanova y E la nave va. ¡Era un pesimista!

Qué películas puedan proyectarse en estas salas banquete de Trimalción está claro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios