Nueva cita con la fiesta tras la gran fiesta del martes. Nuevamente la clientela sevillista al encuentro del gozo en esta tarde de último domingo de enero. Como decíamos ayer, enero se trajo en la valija una buena dosis de satisfacciones para el fútbol según Sevilla en general y muy en particular para la grey que tuerce por la tropa nervionense. Y enero, que todavía guarda una última bala en su recámara, se va hoy de Nervión con regocijo.

Este enero aún podría proporcionar otra satisfacción no más que el Sevilla siga en este tono actual el miércoles al sur de Madrid. Sería la guinda para un tiempo de bonanza que ni a imaginar aquella noche de Reyes. Pero hoy recibe el Sevilla a un equipo recién ascendido que anda por la Liga con mucha dignidad. Un equipo ese Getafe que hoy aparecerá por la bocana de vestuarios que sabe a qué juega y que ha cosido un buen traje a base de una remesa de retales.

El Getafe de Bordalás no es bocado apetecible para nadie y la prueba está en la cómoda situación que ocupa en la tabla. Un equipo que juega al borde de lo permitido, que sabe qué es lo que demanda el partido y que ha convertido en regla obligatoria el exacto conocimiento de sus limitaciones. Una rentabilización óptima del favor-contra le tiene en ese ecuador de la tabla que le permite mirar al futuro sin agobios, pero siempre sin excesos ni autosuficiencias.

Lo natural es que el Sevilla recobre su jerarquía como anfitrión y que el Getafe hinque la rodilla, pero fútbol es fútbol, nadie ganó nunca antes de empezar y restan noventa minutos en los que el rival pondrá en la yerba su fuerte adicción a competir. Se despide enero de Nervión y la cuesta culminará el miércoles junto a Getafe, en ese Leganés que ve cómo hay veces que los sueños se hacen realidad. Pero vayamos por orden y hoy toca Liga, llega el Getafe y fuera confianzas.