VIENES desde Oriente o San Bernardo hasta el centro y según vas internándote por Santa María la Blanca buscando Mateos Gago ya no caminas por calles sino por auténticos comederos que colman las aceras y que hacen que en vez de a dama de noche huela a paella. Antañazo todo quedaba en Mateos Gago, que era algo así como el comedor exclusivo de Guirilandia, pero eso era antes y no hace tanto. Han cambiado tanto las cosas que ese macrocomedor, o más bien macrocomedero, ya ocupa media ciudad en general y muy particularmente la Sevilla de la postal, ese territorio que suele estar lleno de turistas que vienen al señuelo de toda la zona de influencia de la Catedral. Y cada vez más proliferan esos tentáculos que se abren hasta los lugares más ignotos,incluidos los barrios. ¿De quién la culpa? Pues de la desidia o del afán recaudatorio de la autoridad.
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