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Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

La ciudad que viene

El urbanismo debe dar respuesta a problemas, más allá de parámetros de edificabilidad

La pandemia también cambiará las ciudades y, probablemente, ya no volverán a ser cómo eran. Al menos, marcará un antes y un después en la planificación urbanística. Y no es necesario ser técnicos en esta materia para entender la importancia que han cobrado los espacios libres públicos y que hacen falta más y más verdes. También nuevas zonas para el esparcimiento que resten protagonismo a los coches; y barrios más accesibles donde sea agradable vivir, no sólo dormir. Y para ello son claves los equipamientos públicos: deportivos, educativos y también sanitarios. Y las viviendas, sobre todo las protegidas, que requieren otros estándares de diseño y diferentes espacios comunes. El urbanismo del futuro debe tener en cuenta que el teletrabajo ha llegado para quedarse y que eso tiene consecuencias en la movilidad, en el diseño de las viviendas y de los centros laborales.

Y todo requiere de nuevos planes mucho más flexibles. El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Sevilla capital tiene 15 años y el gobierno municipal mantiene que no hace falta modificarlo, sólo actualizarlo y evitar entrar en un proceso que ahuyentaría a los posibles inversores al generar una gran dosis de incertidumbre e inseguridad en un momento crítico. Siendo flexible, el Ayuntamiento ha acordado con la Autoridad Portuaria la puesta en marcha de viviendas en el distrito portuario de la Avenida de la Raza, en terrenos previstos para empresas tecnológicas que prefieren ahora otra ubicación; y los suelos de Bogaris en el Higuerón Sur también han cambiado de uso ante el fiasco de la Ciudad de la Imagen que, 15 años después, ni está ni se le espera.

Se ha demostrado que el PGOU no ha sido la barrera que aburrió a Ikea e hizo desesperar a los promotores de Sevilla Park, que finalmente casi ha declinado seguir con el proyecto. Sin cambiarlo, han llegado inversores de referencia nacional para activar el sector inmobiliario. Un dato: en los últimos años la inversión privada vía licencia de obra supera los 1.200 millones de euros en Sevilla. Son cifras de récord y quizás sólo hacía falta talante y respeto institucional para avanzar sin alborotos. Por ejemplo, el Ayuntamiento está trabajando con acierto con la Junta en la línea 3 del Metro y ha conseguido ayudas para rehabilitar viviendas.

Sevilla necesita esta agilidad y contar con una Gerencia de Urbanismo viva. Este gobierno municipal ha sacado hasta ahora sobresaliente en la captación de fondos europeos, que permitirán modelar una parte de la Sevilla del futuro, desde la Fábrica de Artillería al revolucionario Qnat de la Cartuja, por ejemplo. Y debe seguir demostrando que el urbanismo es algo más que parámetros de edificabilidad. Desde enero se han iniciado trámites para modificar el PGOU y atajar polémicas ciudadanas como la cercanía de las viviendas y las gasolineras, la expansión de las viviendas turísticas y la peligrosa proliferación de las casas de apuestas en los barrios obreros. Y eso también es la ciudad que viene.

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