AL igual que Tati hizo humorísticamente en Mi tío, Fellini míticamente en La dolce vita, Rosi políticamente en Le mani sulla città, Berlanga esperpénticamente en El verdugo o Pasolini poéticamente en Mamma Roma, las cinco rodadas entre 1958 y 1963, Paco Gómez fotografió el estallido de las ciudades en los años 50 y 60, cuando especulación se confundió con empuje empresarial, destrucción con creación, inhumanidad con modernidad, desarrollo incontrolado con progreso... Las ciudades, tras sus grandes transformaciones civilizadas del siglo XIX, crecieron salvajemente y se crearon los cinturones urbanos en los que pronto quienes creían mejorar sus condiciones de vida descubrieron que sus barrios se degradaban en gigantescos guetos en deslizamiento de la modestia a la marginalidad. Pasolini fue quien mejor lo sintetizó con la historia de Mamma Roma, la prostituta que quiso rehacer su vida y la de su hijo yéndose a vivir a un moderno barrio-colmena en el que el joven, como si fuera víctima de la predestinación trágica, caerá fatalmente en la delincuencia.
Paco Gómez (1918-1998) fue el fotógrafo -paisajista y sobrio poeta visual- de ese estallido de las ciudades, de los arrasados paisajes suburbanos, de los bloques de pisos que crecían a la par que los beneficios especulativos: edificios mal construidos en barrios mal diseñados y peor equipados; en los que iba a ser paralelo el deterioro de los materiales, de los paisajes y de las vidas de quienes los habitaban. La barcelonesa Fundación Foto Colectania ha tenido el acierto de montar la primera exposición (abierta hasta enero 2011) dedicada a este excepcional testigo del estallido de las ciudades, la irrenunciable dignidad de quienes lo padecieron, las carencias de los viejos mundos de los que venían y las que les aguardaban en los mundos nuevos a los que llegaban llenos de esperanzas pronto defraudadas.
Desolación y emoción laten en fotografías como la que achica hasta reducirlas minúsculas proporciones las figuras de un hombre vestido con antigua corrección -gabardina, traje y sombrero- y un niño, atravesando de la mano el desierto sin urbanizar de un nuevo barrio cuyos altísimos bloques ciegan el horizonte. Y late en las restantes fotos expuestas, 75 seleccionadas entre el fondo de 25.000 negativos que guarda la Fundación Foto Colectania, de personajes, paisajes urbanos o muros desconchados en los que Paco Gómez logró retratar con sobriedad minimalista el especulativo estallido de las ciudades y las vidas de unas gentes que, vistas por él, nunca pierden una dignidad que todo parece conjurarse para quitarles.
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