Fantástica luz cuando la noche demora su llegada, la visión es como una paleta luminosa en la que los colores se empastelan, así que, cerca de las nueve, la noche no termina de llegar y el sol emigra perezoso hacia la cornisa. Si la luz de otoño mueve a la nostalgia, luciendo amortiguada, ésta de abril mueve al optimismo, a las ganas de vivir y a que la noche tarde en hacerse. Lo contrario de cuando las sombras nos llegaban como cómplices de una vida más auténtica, como compañera necesaria para que las cosas fuesen como queríamos, ¿verdad que sí? Y esa noche que antaño llegaba tan tarde, ahora tiende a la urgencia, ahora que no hace falta, la noche llega como con prisas, como no queriendo que sigas embelesado en esa paleta multicolor que sirve de salvapantalla del cielo de Sevilla. Tardes largas, fantásticas y que, como todo lo bueno, se hacen breves, muy breves.
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